martes, 5 de mayo de 2015

Un ángel negro en Cercedilla


            Aquellos de nuestros lectores que ya peinen canas recordarán la conocida canción del gran intérprete cubano Antonio Machín “Angelitos negros” que llegó a España en 1947 y que, más tarde, se popularizó convertida en bolero:


            En una de sus estrofas dirigidas a ese “pintor nacido en mi tierra, con el pincel extranjero”, afirmaba que:

Siempre que pintas iglesias,
            pintas angelitos bellos,
            pero nunca te acordastes
            de pintar un ángel negro.


            Y es cierto que hay muy pocas representaciones de ángeles negros en nuestros templos, hasta el punto de ser considerado un motivo extraño dentro de la iconografía habitual.





            De ahí nuestra sorpresa cuando, en una reciente visita a Cercedilla, en compañía de Dª Isabel Esparza Bofill que tiene a su cargo el interesante Museo del Esquí creado en esa localidad, nos mostró un ángel negro existente en uno de los estípites que flaquean la imagen titular del retablo mayor de la iglesia parroquial de San Sebastián. 




            Se trata de una interesante obra barroca en cuyas calles laterales se encuentran San Pedro y San Pablo y en cuyo ático está representada la Asunción de la Virgen. La iglesia resultó seriamente dañada durante la Guerra Civil, siendo objeto de una restauración posterior, por lo que no sabemos si la presencia de ese exótico ángel responde al programa iconográfico original del retablo o es una incorporación posterior. Hemos intentado encontrar otros ejemplos como éste y, entre las escasas muestras localizadas, podemos citar un lienzo de las Ánimas en la iglesia de Cheles (Badajoz) con un pequeño ángel negro, mandado colocar expresamente por el conde de Cheles que financió la obra. También en el trono del Jesús del Gran Poder de Andújar es negro uno de los ángeles de sus ángulos, aunque en este caso es una obra de reciente factura.





            En cualquier caso se trata de una hermosa iglesia que conserva cuatro tramos de la primitiva fábrica medieval, separados con arcos diafragma que sostienen una cubierta de madera. A ellos se les añadió una espectacular cabecera con falso crucero y una gran cúpula ciega en cuyas pechinas están representados los cuatro Evangelistas, como suele ser habitual.



            Cercedilla tiene otros muchos alicientes, como pudimos comprobar en nuestro recorrido por sus calles. Especial importancia tienen el citado Museo del Esquí, dedicado al siempre recordado Francisco Fernández Ochoa, natural de la localidad, y la “Fábrica de la Luz” a las que dedicaremos un comentario posterior. 

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