En
este día dedicado a Mirambel, con motivo de la reciente visita realizada a esa
hermosa localidad, no queremos dejar de reseñar algunas de sus tradiciones ya
que, junto a sus monumentos, constituyen su Patrimonio Cultural Inmaterial al
que, en ocasiones, no se le concede la misma atención.
Por
otra parte, creemos que es objetivo fundamental que los aragoneses tomemos
conciencia de la importancia de nuestro territorio y seamos capaces, entre
todos, de contribuir a la difusión de nuestra riqueza monumental y de nuestras
señas de identidad.
Una
de esas tradiciones, recuperada en 2006, es la procesión del Anuncio de la
Muerte de Cristo y de su Santo Entierro, en gran medida equivalente al Pregón
que, a mediodía del Viernes Santo, se celebra en Borja.
En
Mirambel, lo llevan a cabo 8 personas, precedidas por la Cruz cubierta con un
paño negro. Cuatro de ellas son “los lutos” que portan matracas; otras dos
llevan hachas y otra la bandera negra que, como en Borja, es la expresión del
luto del municipio. Visten gramalas negras y se cubren con un sombrero de
Tronchón del mismo color, sobre el que se dispone el velo que tapa los rostros.
La
comitiva sale de la sacristía de la iglesia parroquial de Santa Margarita y s
dirige, en primer lugar, al altar de Cristo Crudificado, donde se tumban ante
la imagen, como expresión de dolor, y cubren la imagen con un velo.
En
la puerta del tempo, y mientras suena la matraca de la torre, se lee el pregón
que se repetirá en cada uno de los portales del recinto amurallado. Al pasar
por el convento de agustinas, la comitiva entra en el templo y también se
postraba frente a la imagen del Santo Cristo. Frente a las rejas del coro se
leía el “Anuncio a las Reverendas Madres”
de la triste noticia de la muerte de su “Padre y Esposo”.
Especial
interés tiene la fiesta de San Antón, el 17 de enero, en la que se encienden
hogueras y se bendice a los animales, como en otros lugares. El rasgo distintivo
es la representación que, cada dos años, se realiza de las llamadas “Sanantonadas”
que es un obra teatral que hace alusión a la vida del Santo.
Las
fiestas patronales se celebran en honor a San Lamberto y Santa Margarita. En la
actualidad, tienen lugar en agosto y, junto a los festejos habituales, se
realiza el tradicional baile del rolde, una tradición que, antaño,
protagonizaban los mozos o los quintos en la fiesta de San Lamberto, en
noviembre, y los casados para San Antonio San Antón).
Los
hombres visten pantalón, camisa, pañuelo al cuello y un puro bordado, mientras
que las mujeres llevan saya y mantón bordado. En primer lugar, recorren las
calles de la villa, al son de la dulzaina y del tambor, para llegar a la plaza
donde comienza el baile que tiene como característica principal que son las
mujeres las que bailan, girando en torno a los mozos que permanecen inmóviles.
Otra
tradición en vigor son las de las romerías, especialmente la que tiene como
destino la ermita de la Virgen de la Carrasca en Bordón, a la que con los de
Mirambel, acuden los de Tronchón y Olocau del Rey. Se celebra el primer sábado
de mayo, desde que en 2002, se decidiera cambiar la fecha tradicional del
primer lunes de ese mes.
Las
comitivas de cada municipio se dan cita en las afueras de Bordón, hasta que al mediodía
parte de la iglesia parroquial de esa localidad la procesión que sale a
recibirlos.
El
encuentro reviste singular espectacularidad ya que se intercambiaban saludos, rindiendo
pendones, estandartes, cruces parroquiales y faroles, entre las cuatro
localidades. Ya todos juntos marchan a la ermita donde se celebra la Eucaristía
y se cantan los gozos a la Virgen.
Después,
tiene lugar una comida con sopa de cocido, caldereta de ternera y fruta, al
término de la cual la procesión de Bordón despide a las de los otros municipios
de la misma manera que a la llegada.
Es
llamativo el hecho de que cada localidad debe firmar en un libro en el que
queda constancia de su asistencia, de manera que, si dejaran de hacerlo, ya no
podrían volver al año siguiente.
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