La
imagen de la villa de Mirambel está asociada al llamado “portal de las monjas”,
una de las puertas de acceso al casco urbano con este maravilloso mirador en el
que la madera y la filigrana de sus celosías de yeso componen una estampa
singular. Toma su nombre del contiguo convento de agustinas, al que perteneció,
ahora reconvertido en centro cultural y al que dedicamos otro artículo.
Precisamente
allí se encuentra la placa que recuerda la visita efectuada por S. M. la Reina
Dª Sofía, el 30 de junio de 1983, para hacer entrega de la Medalla de Oro,
otorgada por Europa Nostra, a la rehabilitación integral de la promoción que,
por otra parte, había sido declarada “Conjunto Histórico-Artístico” en 1980. En aquella ocasión fue nombrada "Hija Adoptiva de Mirambel".
No
es la única puerta de acceso que conserva su espectacular recinto amurallado,
ahora restaurado, pues también pueden admirarse los llamados portales del
Estudio, de la Fuente, de San Roque y de San Valero.
En
la clave del que aparece en la fotografía anterior se encuentra el escudo de la
Orden de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, a la que perteneció la
villa (una cruz recta de plata, sobre fondo de gules).
Como
en otros lugares de su entorno, en Mirambel se insiste mucho en su relación con
la Orden del Temple y, por ejemplo, una excelente casa rural lleva el nombre de
“Las Moradas del Temple”. Siendo importante esta vinculación, mucho más lo es la
que, a lo largo de un dilatado período de tiempo, tuvo con la Orden de Malta.
No deja de ser llamativo que la casa conventual de
la Orden, levantada sobre el antiguo castillo, sea uno de los pocos edificios
del casco urbano que están a la espera de su recuperación, a pesar de la
importancia de sus restos arquitectónicos.
En
Mirambel hay edificios de gran belleza, como la casa Aliaga, en la plaza del
mismo nombre, con un reloj de sol en su fachada, o la casa Castellot, también
en la misma plaza, con una fachada lateral en la que se abre un interesante
balcón con arco de medio punto.
Otro
edificio notable es la casa de los Julianes, ubicada en la calle que parte del
portal de las monjas, en la que destaca la carpintería que cierra sus vanos.
La
Casa Consistorial, frente a la iglesia parroquial presenta en el ángulo que
forman sus fachadas, el escudo de la villa, una torre entre dos “mirambeles” o
girasoles, así como la fecha de su realización “1883”, posterior por lo tanto a
las guerras carlistas en las que la localidad fue sede de la Junta Suprema de
Aragón, Cataluña y Valencia, residiendo allí el pretendiente D. Carlos, durante
el primero de dichos conflictos. Por otra parte, en la lonja de la planta
inferior se encuentra el trinquete, una costumbre que podemos ver en otras localidades
de la zona.
La
iglesia parroquial de Santa Margarita, que no pudimos visitar, la cual fue
construida en 1679, siendo destruida en 1843 por “El Serrador” uno de los jefes
carlistas y reconstruida por el arquitecto valenciano D. Salvador Minero. También
sufrió las consecuencias de la última guerra civil, en la que quedó destruido
todo su patrimonio mueble.
Muy
cerca del casco urbano, siguiendo el camino de la fuente, se encuentra la
ermita de San Roque, una de las varias existentes en la localidad, pues también
hay otras dedicadas a San Roque, San “Martinico”, San Cristóbal, San José,
Santa Ana y el santuario de San Martín.
En
la fuente, que forma una unidad con el lavadero contiguo, llama la atención el
caño, por el que fluye el agua, que tiene forma de cabeza de pez.
Pero,
junto a sus edificios singulares, Mirambel impresiona por la belleza de todo el
conjunto urbano, por su adecuada conservación y el cuidado puesto en el
mantenimiento de todas sus casas, convirtiéndose en un lugar para ser visitado,
ofreciendo el aliciente añadido de poder recorrer poblaciones cercanas que,
asimismo, merece la pena conocer.
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