El 23 de noviembre de 1764, cuando transitaba por el Campo del Toro el corregidor de Borja D. Pablo Cortés de Vargas sufrió un atentado, al ser efectuado un disparo contra su persona que no le alcanzó. No era el primero que sufría un corregidor en nuestra ciudad donde el 12 de enero de 1712 ya había sido asesinado D. Antonio Fernández Treviño.
No se pudo identificar al
agresor a pesar de que se ofreció una recompensa de 50 doblones a quien lo
delatara en secreto. A raíz de este hecho se prohibió el uso de cualquier
sombrero que no fuera el de “tres picos encandilado”, así como el transitar de noche
sin llevar farol, bajo pena de tres días de cárcel y 30 reales de multa. A los
que se encontraran parados en los portales, esquinas, calles o caminos, podían
ser condenados a cinco años de alistamiento forzoso en el Ejército.
No hay comentarios:
Publicar un comentario