Pedro Domínguez Barrios nos ha remitido estas notas, con sus fotografías, del cementerio de Magallón, que está ubicado en el paraje de Valdesclara, sobre un leve altozano delimitado por la carretera N-122 y su variante, con acceso desde la parte antigua de esta, a un kilómetro aproximadamente de la villa. Se desconoce con precisión la fecha de su construcción, aunque, como todos los de nuestra zona, debió ser puesto en marcha en la segunda mitad del siglo XIX.
La puerta de acceso original refleja la
fecha de 1867, transcrita también en la actual. Una de las lápidas cerámicas
más antiguas conservadas lleva también esta misma fecha pero, contrariamente,
en la capilla funeraria de los Pérez, figura MDCCCLV, doce años anterior.
De
planta rectangular, ha tenido dos ampliaciones en su apenas centuria y media de
historia, en opinión de Pedro ambas desafortunadas.
La última a finales del pasado siglo
(1993) consistió en una ampliación de este por su lado norte, manteniendo su
anchura, creando así otro nuevo cementerio adosado de planta cuadrada,
comunicado con el antiguo por la puerta original de éste.
La anterior, en la segunda mitad del
pasado siglo, fue de menor envergadura, pero mayor daño. Consistió en derribar
el bello muro semicircular en el que se ubicaba la puerta de acceso, la cual se
mantuvo cuando menos, destinando las enjutas entre el muro curvo derribado y el
nuevo recto para enterramientos, por tanto, destrozando el recinto original que
tan bien atestigua la fotografía aérea del vuelo americano de 1954.
A flor de tierra aún se aprecia
perfectamente este muro curvo. En el antiguo,
su espacio interior se divide en cuatro parcelas por dos calles perpendiculares
entre sí con orientación noroeste-sureste la longitudinal, y suroeste-noreste
la transversal.
Los extremos de estas calles están
delimitados por la puerta de acceso y la capilla de los Pérez para la
longitudinal, y por la capilla de Barrieta y sala de autopsias y
embalsamamientos para la transversal. En la intersección de ambas hay una
plazoleta de planta romboidal en la que acertadamente se colocaron unos bancos hoy ya retirados.
Los enterramientos más antiguos están en
las dos parcelas del sur: sepulturas en tierra con bellas cruces de hierro
fundido, y nichos en matriz de hasta cinco filas de arco rebajado y numerados
con chapa ovalada.
Aquí, rodeado por las tumbas en tierra se
ubica el justo y digno memorial a los fusilados en 1936, construido en 1978. En
su inicio sólo había tumbas en tierra, los nichos son posteriores, como
demuestra su cerramiento del fondo adosado al muro del recinto y su mayor
altura. En las dos parcelas del norte los nichos son también de cinco alturas, pero
a diferencia de los antiguos, están cubiertos por un pórtico de pilares
cilíndricos y cuadrados que cubre un paso delante de los nichos, solución que
se prolonga a la parcela sureste. Buena parte de las cubiertas de este pórtico
se realizó o reparó con teja negra de hormigón, en clara disonancia con la teja
curva tradicional. En esta zona predominan ya las modernas lápidas
rectangulares, así como tumbas y cruces de piedra artificial y cemento.
El columbario se ubica en la última
ampliación, al lado este de la puerta original, con capacidad para 30 urnas,
más una columna de 4 situada al lado norte de la capilla de Barrieta. Esta
solución se irá imponiendo con el tiempo por su menor ocupación y mayor higiene.
Es de destacar el ejemplo de la imagen del cementerio de Torrero, aislado el
columbario en el centro del camposanto, dejando pasar la luz y la vista a través
de él.
Los
dos elementos más ostensibles del recinto son los panteones o capillas
funerarias de los Pérez y Barrieta, ambas en ladrillo, con sus lápidas de
piedra negra grabadas con sus datos temporales, y con el aire neoclásico que
corresponde a su tiempo. Fiel reflejo del mantener las distinciones sociales también
en la muerte. La de Barrieta, de planta rectangular sobre zócalo de piedra, cuenta
con contrafuertes angulares en fachada y testero recto, alero de ladrillo, frontón
triangular sobre puerta adintelada y hornacina, y moldura de remate prolongada
a los contrafuertes, cubierta a dos aguas.
La de los Pérez, también planta
rectangular, de mayores dimensiones, se cierra con un ábside semihexagonal, y
cuenta con una puerta en medio punto, alero de ladrillo aplantillado, y
coronada por un frontón triangular con aguja de remate que ha perdido su cruz,
cubierta a cinco aguas (incluyendo los lados del ábside). En su interior alberga un bello crucifijo.
En el extremo opuesto a esta capilla se
ubica la puerta original de acceso, con el mismo lenguaje que las descritas
capillas: ladrillo tradicional, arcos rebajados, frontón triangular coronado
por cruz de forja, y puerta de doble hoja también de forja.
La sala de autopsias, enfrentada a la
capilla de Barrieta, al igual que estas capillas sobresale del perímetro
exterior del recinto, pero no así del interior, que queda levemente
retranqueado, cubierta a dos aguas con frontón más sencillo, y accesos interior
y exterior de medio punto. Tiene adosado un almacén u otra dependencia con su
cubierta ya desaparecida.
El camposanto original era pues mucho más
bonito, con su muro de acceso semicircular, diseño inspirado quizá en la
divinidad, al igual que los ábsides de las iglesias románicas, y a buen seguro
respondía a una traza o proyecto bien concebido, que desgraciadamente el paso
del tiempo no ha respetado, desvirtuando su planta con las ampliaciones
descritas.
La solución ideal para cubrir las
necesidades de espacio habría sido respetar el cementerio original, construyendo
un nuevo recinto muy próximo y conectado por un paso. Solución lógica pero muy infrecuente
en los años de las ampliaciones. El cementerio, (que significa dormitorio) es
un lugar de recuerdo y esperanza, además de un archivo. Ha de ser lo más bello
y agradable posible.
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