Una de las excursiones más bonitas que pueden realizarse en nuestro entorno es la visita a las Peñas de Herrera, a las que se puede acceder con facilidad desde Talamantes. Allí ha estado recientemente Enrique Lacleta que nos trajo las fotos que ilustran este comentario.
El conjunto
llama poderosamente la atención, tanto a la luz del sol como cuando lo cubre la
niebla (en alguna de las visitamos que hemos efectuado nos vimos inmersos en
ella), pero también al caer la noche, cuando sus siluetas cobran un aspecto
inquietante.
Desde su cumbre
se puede contemplar un impresionante paisaje, cuya visión compensa las pequeñas
dificultades de la ascensión que, en buena medida, no es excesivamente
complicada, pues una senda llega hasta su base. Más problemática es la subida a
una de las peñas.
También son conocidas como los “Castillo
de Herrera” por su aspecto, pero lo que algunos ignoran es que sobre estas
agrestes rocas hubo dos castillos, conocidos con los nombres de Ferrera y
Ferrellón. Ambos fueron destruidos a mediados del siglo XIV, durante la guerra
que enfrentó a Castilla con Aragón, la llamada “Guerra de los dos Pedros”. El
castillo de Ferrera o Herrera quedó arruinado para siempre, pero se reconstruyó
el más pequeño que era el de Ferrellón.
Aunque su recuerdo se ha desvanecido en el tiempo, aún quedan restos de los mismos excavados en la roca, como un aljibe o uno de los accesos.
Estos castillos
constituían la primera línea defensiva de la Raya Occidental de Aragón, de ahí
que los castellanos se hicieran con su control durante aquella guerra que asoló
nuestra zona, destruyéndolos tras su retirada.
Decíamos antes
que el acceso a una de las peñas, en la que estuvo situado el castillo de
Ferrellón es compleja, debiendo realizarse por una grieta entre las rocas,
donde se ha instalado una guía para facilitarla, al menos para personas habituada
a la escalada.
No podemos detenernos
es relatar la historia de estas fortificaciones que, hasta su abandono, estuvieron
encomendadas a distintas personas e incluso fueron encomendados, en algún
momento al obispo de Tarazona o al monasterio de Veruela.
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