sábado, 11 de enero de 2025

Visita a la mina La Esperanza

 

         Hace algunas semanas, Pedro Domínguez Barrios visitó el Santuario de Rodanas en Épila y, desde allí, nos trajo las imágenes de un bonito olivar existente en ese lugar, que publicamos en este blog.

 

         Pero, también, muy cerca del Santuario, tuvo la oportunidad de conocer las ruinas de la explotación minera “La Esperanza”, que le impresionaron por encontrarse enclavadas en un hermoso entorno natural que, en cierta manera, parece un oasis dentro del árido terreno de su entorno.


         Pero, también, muy cerca del Santuario, tuvo la oportunidad de conocer las ruinas de la explotación minera “La Esperanza”, que le impresionaron por encontrarse enclavadas en un hermoso entorno natural que, en cierta manera, parece un oasis dentro del árido terreno de su entorno.


         Porque, en sus inicios, “La Esperanza” se dedicaba a la transformación del mineral de cobre extraído de esas minas y, en sus últimos años, fabricó Sulfato de Cobre que se enviaba a Valencia, para tratar las viñas y frutales.

         Las instalaciones fueron construidas, de forma escalonada, en la ladera del monte, para aprovechar la fuerza de la gravedad en el tratamiento del mineral.

 


         En la parte más alta se pesaba y, a través de una cinta, se llevaba a una tolva, a una máquina trituradora y a un molino de rodillos, desde donde pasaba a un tanque circular, donde se mezclaba con productos químicos, antes de continuar el proceso que aún requería varias fases.

 

         Por alguna razón, más romántica que práctica, el complejo fue incluido en la Lista Roja de Hispania Nostra, a pesar de ser completamente irrecuperable. En la descripción justificativa se afirma que los edificios son sencillos y funcionales, siendo el único elemento decorativo unas ménsulas escalonadas, como las que aparecen en esta foto.



         Junto a los edificios industriales se construyeron dos casas: una para el encargado y otra para el guarda. En la del primero había también un laboratorio, del que se conservan los restos de sus azulejos. La casa del guarda es más sencilla y de adobe.

 


         Algo alejado del complejo, fue construido un edificio de planta rectangular, compartimentado en nueve viviendas, todas ellas con cocina-comedor y un dormitorio con literas. Estaban destinadas a los trabajadores, aunque una de ellas quedaba reservada para la Guardia Civil de Épila que, en ocasiones, pernoctaba en el lugar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario