El 10 de enero de 1633 ingresó en la orden capuchina fray Lorenzo de Magallón, nacido en torno a 1608 en la villa que unió a su nombre, siendo bautizado en la iglesia parroquial de San Lorenzo.
El
primer dato concreto de su biografía hace referencia a que, en 1649, viajó a
Sevilla con el objetivo de marchar como misionero a tierras africanas. En
concreto a la ciudad de Porto Novo que los portugueses habían fundado en el
reino de Dahomey (ahora Benín). Pero la expedición se fue demorando, debido a
la situación de enfrentamiento que, desde 1640, existía con Portugal y que
terminaría con la restauración de ese reino y su separación de la Corona
española.
Durante
su larga espera para poder llevar a cabo sus ansias misioneras, fray Lorenzo
conoció en la capital andaluza a fray Francisco de Pamplona, quien le propuso
ir juntos a fundar una misión en la isla de Granada, un bellísimo lugar del
Caribe que, en la actualidad, es una república independiente. Consiguieron
embarcar para lograr su objetivo pero, al llegar a la isla, se encontraron con
que había sido ocupada por los franceses, así como otras islas vecinas que aún
siguen siendo territorios franceses de ultramar.
Desembarcaron
primero en la isla Margarita, otro precioso lugar, y desde allí llegaron a la
tierra firme de Venezuela. Allí falleció, en 1651, fray Francisco de Pamplona,
tras numerosos problemas derivados de la anómala situación en que se
encontraban los expedicionarios capuchinos, dado que no tenían autorización
para establecerse en unos lugares donde la presencia española era muy
importante y donde los franciscanos estaban sólidamente establecidos. Por ese
motivo, fray Lorenzo decidió regresar a España para lograr el preceptivo
permiso para fundar.
En Madrid, lucho incansablemente para alcanzar su propósito que, en principio, contaba con la oposición de determinados sectores del Consejo de Indias y de la orden de San Francisco. Tras seis años de luchas consiguió el permiso de las autoridades españolas y de la Santa Sede que lo nombró prefecto de la misión que iba a fundar, por un período de diez años.
Por fin,
el 6 de julio se le expidió despacho para embarcar en el patache La
Margarita que iba en conserva de los galeones que, desde Sevilla, pasaban a
Tierra Firme. En el Archivo General de Indias se conserva la documentación que
atestigua que le acompañaban fray Lorenzo de Belmonte, fray Agustín de Frías,
fray José de Carabantes y fray Francisco de Tauste. Allí se detalla que viajan
a la provincia de los cumanagatos para evangelizar a los indios de la misma,
aunque la autorización pontificia era más amplia.
Las
intenciones de los capuchinos estuvieron a punto de fracasar debido a que, al
llegar a Caracas, la ciudad estaba afectada por una grave epidemia y, llevados
por su celo apostólico, fray Lorenzo y sus compañeros se dedicaron a atender a
los enfermos en un pequeño hospital que crearon. Los elogios que recibieron les
animaron a continuar su trabajo en la ciudad, olvidando el objetivo primordial
de la expedición que era evangelizar a los nativos de la zona de Cumana. Ello
provocó que, desde España, se ordenara el regreso inmediato de los capuchinos,
aunque el apoyo dispensado por el obispo de Caracas y las gestiones realizadas
en la Corte, lograron revocar la orden.
Por fin,
pudo establecerse en Cumana aunque es preciso señalar que esta ciudad, llamada
la “primogénita de América” fue la primera fundada por los españoles en tierra
firme y, cuando llegó el P. Magallón, era una localidad con larga tradición. De
hecho, en 2015 celebró los 500 años de su evangelización, con una serie de
actos presididos por el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, arzobispo de
Santo Domingo y legado del Papa Francisco que también envió un mensaje
personal.
Fray
Lorenzo de Magallón fundó también la misión de Los Llanos de Caracas, de la que
se hicieron cargo los capuchinos andaluces, mientras que la de Cumaná quedó al
cuidado de los aragoneses. En sus últimos años quiso que le fuera renovado el
nombramiento de prefecto por un nuevo período pero no lo consiguió y, por otra
parte, su sucesor fray Pedro de Berja se opuso a la separación entre aragoneses
y andaluces, enviando al fray Lorenzo a Los Llanos, donde transcurrió la última
de su vida.
Acompañando al obispo D. Antonio González Acuña en la visita pastoral a su diócesis, falleció fray Lorenzo en 1675, en la localidad de Cumarebo. Sus restos fueron trasladados a la ciudad de Coro, donde su cuerpo permaneció incorrupto.
Coro es
actualmente la capital del estado Falcón y fue declarada Patrimonio de la
Humanidad por la UNESCO, junto con el puerto de La Vela, el 9 de diciembre de
1993, aunque posteriormente (2005) tuvo que ser incluida en la lista del
Patrimonio de la Humanidad en peligro, lo que dio lugar a una serie de
iniciativas encaminadas a mejorar el estado de los numerosos monumentos (más de
600) que integran su casco urbano.
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