Entre los personajes destacados que han nacido en nuestra zona, ocupa un lugar preferente D. Pedro Cebrián y Agustín, V conde de Fuenclara.
Vino al mundo el 30 de abril de 1687 en el palacio familiar de Luceni que, en la actualidad, ese sede de la Casa Consistorial de esa localidad. Era el sexto hijo de los diez que tuvo el IV conde y tenía, tan solo, cinco años cuando murió su madre.
Dos
circunstancias influyeron decisivamente en su trayectoria personal. En primer
lugar, su fidelidad a la causa borbónica que le llevó a participar en diversas
operaciones militares, durante la Guerra de Sucesión.
Su madre, Dª Lorenza Agustín y Marcilla, era sobrina de la condesa de Castellflorit de quien recibió en herencia la finca que tenía en el barrio de Sayón de Borja, la que se ha venido conociendo como “el palacio” y de cuyo edificio principal se conservan restos significativos. Precisamente, allí se encontraba el padre de D. Pedro, cuando las tropas austracistas atacaron Borja, teniendo que huir a Navarra por Valcardera.
La otra, fue su matrimonio, el 15 de octubre de 1716, con Dª María Teresa Patiño Altendolo, sobrina del poderoso ministro de Felipe V, D. José Patiño Rosales, Intendente General de Marina. De esta unión nació una hija a la que pusieron el nombre de María Hipólita, posiblemente en recuerdo a la condesa de Castellflorit.
A
la muerte de su padre, en 1726, D. Pedro se convirtió en V conde de Fuenclara y
señor de Luceni, Boquiñeni, Ribas, Maleján y la mitad de Albeta. No puede ser
más clara, por lo tanto, su vinculación con nuestra comarca. En 1731 obtuvo la
grandeza de España y, tres años después, fue nombrado embajador ante la
república de Venecia.
En
1742, fue nombrado virrey de Nueva España, llegando a Veracruz el 5 de octubre
de ese año. Tras la llegada al poder del marqués de la Ensenada, cesó en ese
importante puesto, siendo objeto de diversas acusaciones de las que logró salir
airoso en el preceptivo juicio de residencia. Alejado de toda actividad
pública, falleció en su palacio de Madrid el 6 de agosto de 1752, ordenando que
su corazón fuera sepultado el templo del Pilar, junto a sus padres.
En
recuerdo suyo, el ayuntamiento de Luceni instaló, en las escaleras de la que
fuera su casa en esa localidad, esta lápida conmemorativa.
En
este mismo lugar, el 25 de mayo de 1996, fue presentado el libro de Sergio
Castillo, editado por el Centro de Estudios Borjanos, en homenaje a este
ilustre personaje.
El
acto tuvo lugar en las bodegas del palacio, bajo la presidencia del entonces
alcalde de Luceni y con asistencia de un nutrido grupo de personas.
En la actualidad, en una
parte de esa planta está instalado un pequeño museo etnológico, mientras el
resto del edificio está a la espera de la terminación de las obras de
rehabilitación, en el transcurso de las cuales fue preciso trasladar las
dependencias municipales a la Casa de Cultura.
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