La
última novela de Luis Zueco se titula El
escalón 33 y es, sin duda, una interesante obra de intriga que se lee de un
tirón. Pero, desde luego, han sido muchos más los escalones por los que ha
tenido que trepar Enrique Lacleta para realizar estos reportajes fotográficos
que estamos dando a conocer bajo el lema de “Campanas de Borja”. Tampoco faltan
en ellos, algunas gotas de intriga e inesperadas sorpresas que hacen más
gratificante este trabajo.
Hoy
nos detendremos en la espadaña del antiguo convento de capuchinos que, tras
diversas vicisitudes acoge, desde 1868, al hospital Sancti Spiritus.
La
pequeña espadaña remata la fachada de la antigua iglesia, hoy convertida en
almacén municipal a la espera de una deseada rehabilitación, tanto por el
interés del edificio como por el objetivo de ubicar allí al Museo del Rosario
de Cristal.
La
campana allí existente nos ha proporcionado una pequeña sorpresa por las
circunstancias que rodean su construcción y su primitivo destino.
Sobre
la cruz discurre una inscripción en la que puede leerse: “SAN JORGE. ORA PRO
NOBIS”, así como el año de fundición “ANO 1728”.
Se
da la circunstancia de ese mismo año fue fabricada la campana de la Casa
Consistorial que es de características muy similares, por lo que es razonable
suponer que ambas fueron encargadas por la corporación municipal. El hecho de
que esta campana esté dedicada a San Jorge, nos hace suponer que su primitivo
destino fue la ermita del Santo.
Como
recordarán nuestros lectores ya dimos a conocer, en otro artículo, que la
campana que actualmente se encuentra en dicha ermita es, precisamente, la del
antiguo hospital. Es razonable suponer que, en un determinado momento, se
colocó la de la ermita en el nuevo hospital y allí se llevó la del antiguo.
Puede parecer un tanto rebuscado este baile de campanas pero la realidad es
así. La campana de San Jorge lleva grabado el nombre del hospital y en la de
éste figura el de San Jorge.
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