La
iglesia del antiguo convento de dominicos, dedicada a San Pedro Mártir, fue
transformada en Auditorio Municipal hace unos años. Cuando se produjo la cesión
al M.I. Ayuntamiento, el entonces párroco de Santa María decidió retirar la
campana existente en la espadaña de la fachada.
Desde
entonces ha permanecido vacía, ofreciendo una imagen un tanto extraña del
monumento, al que parece faltarle un elemento que, aunque vinculado a su
primitiva función religiosa, le fue detraído en aplicación de un excesivo
rigorismo. Es cierto que la Iglesia considera el toque de las campanas como un
“sacramental” pero campanas hay también en edificios civiles, como la Casa
Consistorial, o se ubican en iglesias otras que no cumplen un cometido
estrictamente religioso, como ocurre con la del reloj de Santa María.
A
pesar de ello, la campana se conserva actualmente en el patio del Museo de la
Colegiata. No es un ejemplar muy antiguo, pues a mediados del siglo pasado se
desprendió del campanil la que allí había, cayendo sobre la plaza.
No hubo que lamentar
desgracias personales, pero la campana se rompió y con los fragmentos volvió a
fundir en Fundiciones Tolosana de Zaragoza. El resultado no fue excesivamente
bueno ya que la antigua tenía un sonido agudo y cristalino, mientras que el de
la nueva era mucho más apagado.
En la actualidad se
está planteando la posibilidad de sacar a la campana de su exilio y volverla a
colocar en el lugar de donde no debió ser retirada, algo que nosotros apoyamos
decididamente.
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