Siguiendo
con la serie de reportajes sobre las campanas de Borja, ofrecemos hoy las
imágenes que nos remite Enrique Lacleta sobre la del Santuario de Misericordia.
Para
quienes nos leen desde lugares muy remotos y no conocen nuestra zona, debemos
señalar que, dentro del término municipal de Borja y a unos cinco kilómetros
del casco urbano, se encuentra el Santuario de Misericordia, enclavado en la
Muela Alta, un paraje de singular belleza desde donde se pueden contemplar
hermosas vistas de todo el valle del Huecha.
En
el lugar donde hoy se levanta el Santuario existió una antigua ermita dedicada
a Santa Eulalia. La iglesia actual, dedicada a la Virgen de Misericordia se
construyó en 1602. Junto a ella, se encuentra el llamado “Caserón” cuyas obras
se iniciaron en 1578 para acoger a personas que deseaban pasar temporadas de
descanso en esa privilegiada zona. Esta función la ha venido desempeñando,
desde entonces, de manera interrumpida por lo que, sin duda, en uno de los
establecimientos hosteleros más antiguos de España. En torno a estos primeros
edificios, fueron surgiendo otros que configuran una zona de veraneo que, para
algunas personas, se ha ido convirtiendo en residencia permanente. A este
complejo le dedicaremos un próximo reportaje ya que el actual está dedicado,
exclusivamente, a la campana de su iglesia.
La
campana está situada en una pequeña espadaña visible desde la plaza que esta
rematada por un frontón con óculo y una veleta, un tanto deteriorada.
La
campana, de pequeño tamaño, lleva diversos motivos decorativos y el nombre del
constructor. “Juan Dencausse. Barcelona”.
Este
fabricante está documentado a finales del siglo XIX y, según Francesc Llopl, es
el autor de campanas como “Fuensanta, la catalana” de la catedral de Murcia; la
“Santa Águeda” de la catedral de Jaca; o la “Campana de las horas” de la
catedral de San Sebastián, hasta un total de 17 realizadas entre 1889 y 1906. A
ellas debemos sumar, ahora, la del
Santuario de Misericordia de Borja.
Al
mismo tiempo, podemos avanzar la hipótesis de que pudo ser un regalo de D.
Ramón Manuel Garriga Nogués, Catedrático de Hebreo de la Universidad de
Barcelona y asiduo visitante del Santuario, en cuya iglesia está sepultado.
Esta circunstancia podría explicar el encargo a un taller de Barcelona.
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