Cuando,
hace 12 años, el Centro de Estudios Borjanos publicó la obra Albeta. Patrimonio
Artístico Religioso, incluyó entre sus apéndices un documento fechado el 8 de
octubre de 1788, en el que se detallaban los gastos ocasionados “en la
realización de la capilla de Ntra. Sra. del Rosario”, existente en la iglesia
parroquial de Santiago Apóstol de esa localidad.
Según
ese documento las obras de la capilla se iniciaron el 27 de julio de 1777 y se
terminaron el 3 de octubre de 1788. Fueron impulsadas por el agustino recoleto
descalzo, del convento de Borja, fray
Pedro de Sanmartín Solsona que era regente de la parroquia en esos momentos.
El
responsable de las obras fue Juan Aznar, maestro albañil de la ciudad de Borja,
siendo sufragadas con las aportaciones del conde de Puñonrostro (25 libras) y
la condesa de Fuenclara (25 libras) que eran señores, cada uno de ellos, de la
mitad del lugar. También hubo una aportación de Antonio Modrego que dio 4
libras y de Nicolás Tabuenca que recogió algo más de 5 libras en las
localidades del entorno. El resto, hasta unas 46 libras procedió de limosnas y
rifas (de dos corderas) que se efectuaron.
El
interior de la capilla fue pintado por Juan Martín Laxao, maestro dorador y
pintor de Tarazona, que también realizó cuatro cuadros representando milagros
realizados por la imagen de la Virgen que es patrona de Albeta.
Cuando
se realizó el inventario, el interior de la capilla estaba pintado en un color
claro uniforme y nada hacía intuir que, bajo el mismo, se conservaran las
pinturas originales, como puede verse en estas imágenes que publicamos.
Sin
embargo, tras las obras de restauración, llevadas a cabo posteriormente, el
cambio ha sido espectacular. Aquí puede verse el estado actual de la cúpula y
los motivos representados en las pechinas, con alegorías de las Letanias
lauretanas: “Ianua Coeli” y “Turris Eburnea”.
Es magnífico,
asimismo, el aspecto de sus muros con motivos florales e, incluso, un
trampantojo representando una puerta semiabierta con un personaje que intenta
acceder al interior. Al margen de las valoraciones que puedan efectuarse sobre
la calidad artística de estas pinturas, el resultado es muy positivo ya que se
ha recuperado el programa iconográfico original, a través de una acertada
actuación.
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