domingo, 16 de septiembre de 2012

La Casa de Comedias de Borja


            En un reportaje publicado en Heraldo de Aragón el pasado miércoles, sobre el teatro en Borja a comienzos del siglo XX, se hacía alusión a unos documentos pertenecientes al legado Sánchez del Río, que han sido estudiados por el Centro de Estudios Borjanos. Uno de ellos es la relación de todas las personas que adquirieron palcos o “aposentillos” y, el otro, una de las escrituras de venta. Los datos que aportan son de gran interés para conocer  la estructura de la primitiva “Casa de Comedias” de nuestra ciudad y la distribución de los “aposentillos” que había en la misma.



Corral de Comedias de Almagro

            Con el nombre de “Casa de Comedias” o “Corral de Comedias” se conoce a los primeros teatros estables  construidos en España, a partir de los últimos años del siglo XVI. De ellos, sólo se han conservado el de Almagro y el de Alcalá de Henares, considerado el más antiguo de Europa.



Corral de Comedias de Alcalá de Henares

            La disposición de estos espacios abiertos, concebidos para representaciones teatrales giraba en torno al escenario situado frente a la puerta de entrada. Delante del mismo se encontraba el patio descubierto que, en ocasiones, se protegía con un toldo y en el que se situaban de pie los espectadores varones. Para las mujeres se reservaba la llamada “cazuela” situada en alto y que solía tener una entrada independiente. Alrededor del patio se disponían los “aposentillos”, en dos alturas. Eran unos espacios que se vendían a las familias más destacadas que, a veces, podían estar cerrados con ventanas o celosías.
            La Casa de Comedias de Borja surgió como una iniciativa encaminada a recaudar fondos para el Hospital Sancti Spiritus, al igual que la creación de una Casa de Juegos. Fue el 22 de septiembre de 1697 cuando el ayuntamiento autorizó la puesta en marcha de ambos proyectos. La Casa de Comedias se levantó en el lugar que hoy ocupa el Hogar del Jubilado en la calle Mayor y se terminó de construir en 1699.
            El 31 de octubre de ese año, los regidores D. Francisco Amigo y D. Pedro Jerónimo Amad, en función de su cargo de mayordomos del hospital, procedieron a la venta de los aposentillos, cuyo precio vino determinado por su tamaño y ubicación.
            Por el documento citado sabemos que los había en “tierra firme” y en dos pisos o “andanas”. Encima de ellos estaba situada la “cazuela” a cuya escalera de acceso se hace referencia a delimitar algunos de ellos.





            Los que disponían de mayor espacio y de un mejor emplazamiento, frente al escenario, fueron adquiridos por la corporación municipal y por el cabildo de la colegial, por el precio de 100 libras.
            Además, se vendieron otros 24 aposentillos, en las tres plantas o andanas en que estaban emplazados. Su precio oscilaba entre 36 y 45 libras.






            En la planta baja o “tierra firme” los adquirieron D. Francisco Navarro, D. José Fernández Sarasa, D. Antonio Fernández de Heredia, D. José San Gil, todos ellos por 36 libras.
            En la primera planta o “primera andana” adquirieron aposentillos: D. Juan Francisco Bauluz, D. José San Gil, D. Tiburcio de Herla, D. Juan Lázaro, D. Juan Antonio Sánchez, D. José Aguilar, D. Félix de Frías y D. Ignacio Lajusticia, todos ellos a 45 libras, salvo el último que costó 36.
            En la segunda planta el precio de un aposentillo normal era de 36 libras y fueron adquiridos por  D. Juan Antonio Mañas, D. Juan San Gil, D. Tiburcio de Herla, D. Juan Lázaro, D. Francisco Navarro, D. Félix de Frías, D. Manuel de Olóriz y D. Antonio Martínez que lo adquirió conjuntamente con D. Juan Vélez. En esta misma planta hubo algunos de mayor tamaño y precio más elevado. Así, D. Jerónimo de Angulo y D. José de Mons, compraron sendos aposentillos por 40 libras, y hubo otros dos que se vendieron por 45: el de D. José Fernández Sarasa y otro comprado conjuntamente por D. Miguel de Sola y Manuel Otano.
            En total se vendieron 24 aposentillos, más los del ayuntamiento y el cabildo. Como habrán advertido nuestros lectores, algunas familias dispusieron de dos. Con estos datos hemos podido reconstruir el plano de esta “casa de comedias” de Borja que tuvo cuatro plantas. En la inferior, hubo aposentillos frente al escenario y porches en los laterales. En la primera se encontraban los de la ciudad y el cabildo, frente al escenario y cuatro en cada lateral. En la segunda, hubo cuatro aposentillos por cada uno de los lados, ocupando la cazuela toda la planta tercera. La puerta de acceso estaba situada bajo el porche situado a la derecha del escenario y daba a la calle Mayor. En el porche de la izquierda se situaba la escalera de acceso a los aposentillos superiores y la cazuela.
            Hasta la construcción de la casa, los espectáculos teatrales se realizaban en las plazas públicas. En 1697, poco antes de su inauguración, actuó en Borja una compañía de comediantes, durante las fiestas de la Exaltación de la Santa Cruz, que llegó a la ciudad en un carruaje sufragado por el ayuntamiento.
            A mediados del siglo XVIII la Casa entró en un proceso de deterioro. De hecho, en 1749, la corporación municipal dio un plazo a los “dueños de los aposentillos de las comedias” para que presentaran las escrituras de propiedad, probablemente con el propósito de volver a vender los que estuvieran abandonados.
            El 30 de abril de 1768 fue preciso acometer obras de reparación, ante el estado ruinoso que presentaba. Había llegado una compañía de cómicos y se decidió autorizar las representaciones “por la utilidad que le puede producir al Santo Hospital, al que le corresponde la cuarta parte del importe de las entradas”. Pero, en septiembre de 1784, fue desestimada la petición de José Fuertes, autor de comedias, “para representar por temporada en esta ciudad”, debido al estado ruinoso de edificio al no disponer el hospital de los fondos precisos para repararlo.






            El edificio terminó siendo vendido muchos años después y se transformó en un teatro cerrado que llegó hasta nuestros días reconvertido en el Ideal Cinema, uno de los cines que hubo en Borja, durante el siglo XX.

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