sábado, 8 de septiembre de 2012

El patrimonio conservado de la ermita de Gañarul

 

            Uno de los temas más preocupantes, relacionados con el patrimonio de nuestra comarca, es el estado de la ermita de Gañarul, un pequeño monumento mudéjar declarado Bien Catalogado del Patrimonio Cultural Aragonés e incluido en el conjunto denominado “Aragón Mudéjar”, algunos de cuyos elementos figuran inscritos en la relación del Patrimonio Mundial de la UNESCO.





            El estado del pequeño templo, como reiteradamente hemos señalado, es lamentable y su interior fue, hace tiempo, saqueado. Hasta ahora, creíamos que, de los bienes muebles existentes en la ermita, los únicos que habían podido conservarse eran la magnífica imagen de la Virgen de Gañarul, sobre la que hemos informado recientemente, y la pila bautismal, ambos en la iglesia parroquial de Agón. Sin embargo, merced a la amable comunicación de D. Cesáreo Oliver Monteso hemos conocido que existen, en su poder, mantiene tres obras que pudo retirar antes del expolio, con permiso de las autoridades eclesiásticas. D. Cesáreo es biznieto de Dª Pelagia Bea y Huguet de Resaire, de la ilustre familia de los Bea que fueron, a partir de lo primeros años del siglo XVIII, propietarios de ese “coto redondo” que, desde el siglo XIV, había pertenecido a los Cerdán.



 
            Uno de ellos es este lienzo de la Virgen del Rosario representada siguiendo un modelo iconográfico habitual, con Santo Domingo de Guzmán y Santa Catalina de Siena a sus pies.
 
 
 
 
            La Virgen sostiene al niño en su regazo, teniendo en su mano derecha el Rosario que entrega al fundado de la Orden de Predicadores. En torno suyo se disponen una serie de tondos, entre motivos vegetales, representando los distintos Misterios.
 
 
 
            Conserva, asimismo, dos sargas que representan la Anunciación. En una de ella aparece la Virgen orando de rodillas, mientras que en la otra figura el arcángel San Gabriel, llevando en su mano izquierda el ramo de azucenas.
 
 
            Estamos, por lo tanto, ante una noticia gratificante pues viene a demostrar que, al menos, no se perdió todo. A ella se une la identificación del lugar en el que se encuentra la lauda de la tumba que existía en el interior de la ermita, en la que aparecen las armas que, probablemente, pertenecieron a algún miembro de la familia de los Cerdán.

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