miércoles, 13 de diciembre de 2017

Borja celebró la fiesta de la Virgen de Guadalupe


         Borja celebró ayer con gran solemnidad la fiesta de la Virgen de Guadalupe, Patrona de México y Emperatriz de las Américas, en el convento de Santa Clara, en cuya comunidad hay cinco religiosas mexicanas, incluyendo a la Madre Abadesa, todas ellas muy queridas en nuestra ciudad, dados los muchos años que llevan residiendo entre nosotros. Junto al presbiterio se encontraba la imagen de la Virgen, flanqueada por las banderas de España y de los Estados Unidos Mexicanos y rodeada de rosas y otros elementos típicos de aquella república hermana.





         Numerosas personas se congregaron en el templo, entre las que se encontraban los Concejales del M. I. Ayuntamiento Dª. Ana Tejero Almagro, Dª. Ana Echave Ladera y D. Javier Madrid Sancho.



         La Eucaristía fue presidida por D. Francisco Javier Calvillo Ruiz, antiguo capellán del convento y actualmente responsable del Secretariado para la Vida Consagrada y Canónigo Penitenciario de la S. I. Catedral de Tarazona. Concelebró con él el P. Hernán Suchite Orellana, Superior de los Misioneros de Betania y párroco de Agón, Bisimbre y Albeta.




         En el transcurso de la celebración, el coro guatemalteco interpretó diversas composiciones, entre las que destacaron las bellísimas rancheras, dedicadas a la Virgen, que cantó Asun Ágreda Mozas que, al final, recibió una calurosa ovación.

         Especialmente emotiva fue la homilía del celebrante que se refirió a la presencia de la Virgen en diversos momentos de la historia relacionados con el inicio de los procesos de evangelización. Resaltó la importancia de aquella aparición de María a San Juan Diego el 12 de diciembre de 1531 y al milagro de la telma del humilde indio que cuando intenta convencer al reticente obispo D. Juan de Zumárraga del mensaje que le ha encargado transmitir la Virgen, le lleva como testimonio esas rosas de Castilla que vienen a simbolizar la realidad de la nueva nación crecida bajo la tutela de su “Guadalupana”.



         Posteriormente, las religiosas ofrecieron a todos los asistentes, en el locutorio del convento, un refresco acompañado de dulces y productos típicos de México, culminando de esta forma una grata jornada.

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