domingo, 29 de septiembre de 2024

Revuelta popular en Borja

 

El 29 de septiembre de 1522 se produjo un grave incidente en la cárcel de Borja que dio lugar a una auténtica revuelta popular. Se encontraba preso allí un musulmán llamado Mahoma, natural de Torrellas, localidad de la que había sido expulsado por ladrón. Había sido detenido en Borja por el lugarteniente del Justicia, Martín Francés, y condenado a ser ahorcado.

Estaba bajo la custodia del carcelero Jaime Trasobares, al que el detenido, con la ayuda de otras personas, consiguió mediante engaño que marchara a Ricla a cobrar unas deudas. Aprovechando su ausencia, llegaron a la cárcel varios musulmanes, siendo las nueve de la noche del citado día 29 de septiembre. Atacaron a la mujer del carcelero, golpeándola así como a una criada que falleció a los tres días, como consecuencia de las lesiones. También degollaron a una niña de tres años y se llevaron al detenido al barrio de la Morería, donde le quitaron las cadenas y a lomos de un asno, conducido por un tal Maimot, lo sacaron de la ciudad hacia la Muela.

 

Al amanecer del día siguiente, cuando la población tuvo noticia de lo ocurrido, se fueron concentrando numerosas personas que intentaron asaltar y prender fuego a todo el barrio de la Morería. Lo pudo evitar, con dificultad, el Justicia Bernad de las Foyas y los Jurados Juan de Erla y Antón de Litago, que abrieron inmediatamente un procedimiento para averiguar lo ocurrido, deteniendo a varios musulmanes.

El incidente suscitó un problema de competencias que obligó al Justicia a acudir al Virrey, a quien le expuso la necesidad de dictar una sentencia ejemplar que sosegase los ánimos de la población. Con la conformidad del Virrey, el 4 de octubre se procedió a ahogar a los llamados Maimot y Zatico, como principales responsables del asalto. Tras morir, los llevaron en dos asnos por toda la ciudad hasta la plaza del Mercado, donde permanecieron colgados un día.

 

Después, se levantaron dos horcas; una entre el cabezo de la Horca y la cruz de Albeta (cerca de donde ahora se encuentra el campo de fútbol) y la otra en lo alto del cabezo llamado de la Cogullota. Allí estuvieron hasta el 15 de mayo, fecha en la que el Justicia dio autorización a sus allegados para que pudieran ser enterrados.


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