domingo, 8 de septiembre de 2024

Un beato natural de Gallur

 

El 8 de septiembre de 1936 fue fusilado en Barcelona el beato Máximo Aranda Modrego. Había nacido en Gallur el 3 de agosto de 1907, siendo hijo de Ignacio Aranda, un modesto ganadero, y de Isabel Modrego, probablemente natural de El Buste. Por razones desconocidas, el padre abandonó a la familia cuando el niño era muy pequeño. Poco después falleció la madre y se hizo cargo del pequeño el matrimonio formado por Teodoro Gracia y Felipa Ladaga, quienes con la colaboración del párroco D. Miguel de Miguel García le proporcionaron una educación cristiana.

 

Aún no había cumplido los 12 años cuando, acompañado por el párroco, llegó a la casa que los hermanos maristas tenían en Vic, donde ingresó el 18 de marzo de 1919. Los responsables de su formación lo calificaron como fervoroso, noble, trabajador y estudioso.

 

El 29 de septiembre de 1922 ingresó en el noviciado de Les Avellanes y un año después vistió el hábito marista, trocado su nombre por el “Justo Pastor”. Completada su formación, en agosto de 1925 fue enviado como profesor a Berruelo y, tres años después, a Villafranca (Navarra), donde emitió la profesión perpetua el 15 de agosto de 1929.

 

Tras una estancia de un año en Larache, en agosto de 1934 pasó destinado al Juniorado de Vic, donde le sorprendió el inicio de la Guerra Civil.

Durante algunos días pudo ejercer como profesor de Música en la Casa de la Caridad de esa localidad, pero a finales de agosto el Director lo despidió al no contar con los imprescindibles avales sindicales. Sus superiores le ordenaron trasladarse a comienzos de septiembre a Barcelona donde, junto a otros hermanos, se alojó en una pensión de la calle Aviñó. Pocos después fueron delatados y detenidos mientras cenaban, en la noche del 7 de septiembre, siendo fusilados al amanecer del día 8.

 


El 13 de octubre de 2013 fue beatificado en Tarragona, junto con otros 521 mártires, por el cardenal D. Ángel Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, tras la aprobación de la correspondiente causa por el Papa Francisco. Fue una celebración impresionante a la que asistieron más de 20.000 persona y una de las más numerosas de la Historia.

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