jueves, 26 de septiembre de 2024

Los últimos años del convento de Santo Domingo de Borja

 

         En Borja existieron 6 conventos de clausura. Dos de ellos femeninos, de Franciscanas Clarisas y de Concepcionistas Franciscanas todavía subsisten. Pero lo cuatro masculinos: franciscanos, agustinos, capuchinos y dominicos desaparecieron tras la Desamortización de Mendizábal.

         Algunos de ellos contaban ya, a comienzos del siglo XIX, con un reducido número de frailes, como consecuencia de los avatares sufridos durante la Guerra de la Independencia y de los acaecimientos políticos posteriores.

 

         En las memorias del general Nogués, publicadas en 1897, con el título de Aventuras y desventuras de un soldado viejo natural de Borja, probablemente se exagera al hacer referencia a la situación del convento de dominicos.

         Refiere el ilustre escritor, fuente inagotable de anécdotas y sucedidos, que en dicho convento había un lego que desempeñaba los cometidos de cocinero y sacristán. Se llamaba fray Frutos y, por su rudo carácter, era conocido como “fray Brutos”.

         Las pendencias del cocinero con el prior eran frecuentes. Un día, tras recibir alguna reconvención, por parte del superior, le respondió: “Cualquier día de estos le destituyo”. Ante semejante salida, el prior le indicó que eso era imposible. Sin amilanarse, Fray Frutos le dijo: “¡Que no! Me voy del convento y se queda sin mando”. Según Nogués, la comunidad no contaba ya con más miembros que los dos citados, dato inexacto pues había más, como hemos publicado en otras ocasiones.

 

         Con nuestro compañero, el recordado Leandro José Galindo Escolano, comentamos muchas veces otro dato que aportaba el general Nogués, el cual relató que, al ser expulsados los frailes, el ayuntamiento encargó del huerto del convento al tío Peladillo, el cual tenía dos hijas “las peladillas”, que eran unas aguerridas mozas, famosas por su condición de “liberalas”, en señal de lo cual lucían cintas azules en los collares, color que distinguía a los “cristinos”, los partidarios de la reina María Cristina, frente a los carlistas.

Las jóvenes recorrían el convento en busca del “tesoro” de los desaparecidos frailes, sin que el éxito llegara a culminar su tesón, aunque nunca pensaron en apropiárselo, sin contar con la real aquiescencia, pues esperaban que la reina les diese lo que los frailes tenían.

Leandro lamentaba, en broma, la mala suerte de sus posibles antepasadas que les impidió acceder a ese tesoro que, por supuesto, sólo existía en la imaginación de tan bizarras muchachas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario