Santos
Suceso, Pablo y Lucio (siglo IV). Al margen de que se afirma
que fueron obispos norteafricanos y murieron mártires durante una persecución,
nada más se conoce de ellos y ni tan siquiera hay acuerdo sobre las fechas de
su muerte que, la mayoría de los autores sitúan en la persecución de Decio.
Santos
Cosconio, Zenón y Melanipo (siglo IV). Algo parecido ocurre
con estos tres mártires, originarios de Nicea, que aparecen reseñados en
antiguos martirologios, sin que aporten más datos.
San
Volusien de Tours (siglo V). Pertenecía a una familia
senatorial, siendo elegido obispo de Tours el año 491, sucediendo en dicha sede
a San Perpet, que era pariente suyo. Fue depuesto por los visigodos, teniendo
que exiliarse en Toulouse y, según algunas fuentes en España. Murió en 498,
quizás martirizado, y es el patrón de la ciudad de Foix. Según la leyenda,
estaba casado con una mujer de desagradable carácter que soportaba con
paciencia. Se cuenta que cuando manifestó al obispo de Limoges su temor, ante
la cercanía de los bárbaros, su compañero le respondió: “No debes tener temor
de enemigo extraño, cuando sabes aguantar al que tienes en casa”.
Santa Prisca de Roma (siglo V). El culto a
esta Santa mártir encuentra su fundamento en la existencia de una antiquísima
iglesia, a ella dedicada, situada en la colonia del Aventino de Roma. Sin
embargo, con mucha frecuencia se la confunde con otra Santa del mismo nombre
que era esposa de San Aquila y cuya memoria se recuerda otro día.
San
Deicolo de Leinster (siglo VII). Nacido en Leinster
(Irlanda) era hermano de San Galo. Discípulo de San Columbano fue elegido por
éste, en compañía de otros monjes, cuando marchó en 576 a evangelizar la Galia.
Allí fundaron la abadía de Luxeuil y, cuando el año 610, San Columbano fue
expulsado a Italia, San Deicolo fundo la abadía de Lure, donde residió el resto
de su vida y murió el año 625. Su culto se vio impulsado por los numerosos
milagros que le fueron atribuidos.
Beata
Beatriz de Este de Gemmola (siglo XIII). Nacida en 1192, en
el seno de la noble familia de Este, fue la tía de Santa Beatriz de Este.
Educada en un ambiente de lujo y abundancia, cantada por juglares y poetas, a
los catorce años, decidió ingresar como monja benedictina en el monasterio de
Solarola. En 1221, fundo otro en Gemmola, sobre un lugar que había sido ocupado
mucho tiempo antes por ermitaños, donde falleció en 1264 y se veneran sus
restos. Su culto fue aprobado el 19 de noviembre de 1763 por el Papa Clemente
XIII.
Santa
Margarita de Hungría (siglo XIII). Nació en la ciudad de
Klis (Croacia) donde su padre el rey Béla IV de Hungría se había refugiado con
toda la familia, tras la invasión de los mongoles. Su madre, María Laskarina,
la ofreció al nacer al Señor si les ayudaba a salvar la grave crisis del reino.
Al regresar a la capital, la pequeña Margarita fue llevada al convento dominico
de Veszprém, donde creció rechazando honores que por su naturaleza parecían
corresponderle. Mientras tanto, sus padres iniciaron la construcción de un gran
monasterio en una isla del Danubio, Nyulak szigete o “isla de los conejos”, al
que fue llevada la niña cuando cumplió los 10 años, profesando en el mismo
otras 100 jóvenes de las mejores familias de Hungría. Aunque los reyes la
protegieron siempre, quiso vivir con extrema sencillez, dado ejemplo de
humildad. Al acceder al trono su hermano siguió gozando de su protección aunque
todo lo que recibía lo entregaba a los pobres.
Murió el 18 de enero de 1271 y fue venerada como Santa, siendo aprobado
su culto por el Papa Pío XII el 19 de noviembre de 1943.
Beato
Facio de Cremona (siglo XIII). Nacido en Verona (Italia)
en 1200, se formó como orfebre, llegando a adquirir una gran fama, lo que
despertó las envidias de otros miembros de la profesión, por lo que tuvo que
huir a Cremona. Cansado de estos enfrentamientos, decidió consagrarse al
servicio de los necesitados fundando la Fraternidad del Espíritu Santo, en la
que, junto a otros laicos, ayudaba a enfermos pobres en su propia casa,
convertida en hospital. Más tarde, fundó otro hospital en Soncino, con una iglesia anexa, sirviendo su
experiencia y dedicación para que el obispo le encargara de la supervisión de
otros hospitales. Falleció el 18 de enero de 1272 y su culto fue confirmado por
Pío IX en 1873.
Beato
Andrés de Peschiera Grego (siglo XV). Nacido en Peschiera
(Italia) en el año 1400, profesó como religioso dominico en el convento de
Brescia, cursando los estudios eclesiásticos en el de San Marcos de Florencia. Ordenado
sacerdote, desarrolló su ministerio pastoral en la región de la Valtellina que
recorrió a lo largo de 45 años, en condiciones muy penosas, siempre a pie y
alojándose en los más humildes lugares. Su vida fue un ejemplo de santidad y de
ejemplar cumplimiento de las virtudes evangélicas. Murió el 19 de enero de 1485
en el convento de Morbengo que había fundado. Su culto fue confirmado por Pío
VII en 1820.
Beata
Cristina Ciccarelli (siglo XVI). Nacida en 1481 en la
ciudad de L’Aquila (Italia), se llamaba Mattia, trocando su nombre por el de
Cristina cuando, en 1505, tomó el hábito en el monasterio de Santa Lucía de su
ciudad natal, de religiosas agustinas observantes. Su virtud se hizo patente en
el claustro, como había ocurrido desde su más tierna edad, siendo elegida
abadesa, cargo que desempeñó durante mucho tiempo. Su fama de santidad se vio reforzada por las
visiones que tuvo y los milagros que realizaba, por lo que numerosas personas
acudían al convento para recabar su ayuda. Se la representa con un ostensorio,
debido a que en la solemnidad del Corpus se la pudo ver levitando y con una
custodia resplandeciente en el pecho. Estos prodigios en nada afectaron su
conducta ya que siguió una modesta religiosa que tuvo que padecer diversas
enfermedades, hasta su fallecimiento en 1543. Su culto fue confirmado por
Gregorio XVI, en 1841.
Beata
Regina Protmann (siglo XVI). Nacida en Braunsberg
(Alemania) en 1552, en el seno de una familia acomodada, desoyendo los consejos
de sus padres, abandonó su casa y, en 1571, se estableció con dos compañeras en
una casa cercana a la iglesia de Santa Catalina, para vivir como beguinas,
dedicadas a la atención de los enfermos. Este tipo de comunidades fueron muy
frecuentes en el centro de Europa y estaba bajo la tutela de los obispos, en
este caso el de Warmia, y contaban con la asistencia de religiosos que la
comunidad fundada por Regina, fue confiada a la Compañía de Jesús. Se llamaron
Congregación de Hermanas de Santa Catalina y aunque emitían los votos
tradicionales no residían en un convento, sino en casas compartidas o
individuales.
Beatas
Felicidad Pricet, Mónica Pichery, Carlota Lucas y Victoria Gusteau
(siglo XVIII). Entre los numerosos mártires que hubo en Angers, durante la
sublevación de La Vendée que siguió a la revolución francesa se encuentran
estas cuatro laicas: Felicidad Pricet, nacida en Cha'tillon hacia 1746 y
modesta campesina; Mónica Pichery, nacida en Chalonnes-sur-Loire, en 1762, y
comerciante; Carlota Lucas, maestra nacida en Chalonnes-sur-Loire, en 1752; y
Victoria Gusteau, una campesina que había nacido en Chatillon,
Francia, hacia 1746. Todas ellas fueron fusiladas en Avrillé, cerca de Angers,
en 1794.
Beata
María Teresa Fasce (siglo XX). Nacida en Torriglia, una
localidad cercana a Génova el 27 de diciembre de 1881. Fue en esta última
ciudad donde conoció la figura de Santa Rita de Casia, a raíz de su
canonización en 1900. Deseosa de seguir su ejemplo tomó el hábito agustino en
el convento que lleva su nombre, en 1906. Allí transcurrió su vida,
desempeñando diversos cometidos, entre ellos el de abadesa durante 27 años.
Junto al convento levantó un templo dedicado a Santa Rita que fue siempre su
modelo y cuya devoción impulsó. De salud enfermiza, tuvo que hacer frente con
gran entereza a numerosas dolencias que le hicieron sufrir, a pesar de lo cual
demostró siempre su tesón y entereza. Falleció el 18 de enero de 1947, siendo
beatificada por San Juan Pablo II el 12 de octubre de 1997.
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