San
Germánico de Filadelfia (siglo II). Discípulo de San
Policarpo y muy joven, fue uno de los varios cristianos martirizados en Esmirna
durante la persecución de Marco Aurelio o de Antonino Pío. Su nombre es el
único conservado de ese grupo, dado el valor que manifestó al ser arrojado a
las fieras en el circo, a las que según la tradición llegó a azuzar para
consumar su martirio.
San
Ponciano (siglo II). Joven cristiano que murió mártir en
Spoleto (Italia) durante la persecución de Marco Aurelio o Antonio Pío, pues
las fuentes no coinciden. Figura en los antiguos martirologios, con datos de su
muerte, tras recibir diversos tormentos. Es el Patrón de la ciudad de Spoleto.
Santos Mario, Marta,
Audifax y Abaco (siglo IV). Mario y Marta era un matrimonio
cristiano, perteneciente a una destacada familia persa que, durante la época de
las persecuciones, decidió viajar a Roma con sus hijos Abaco y Audifax para
ayudar, dentro de sus posibilidades a los que eran perseguidos. Según la
tradición, una vez en la capital del imperio, se dedicaron a dar sepultura a
los ejecutados y, al ser sorprendidos en esta tarea, fueron llevados ante las
autoridades, como sospechosos de ser cristianos. Al negarse a ofrecer incienso
a los dioses, fueron condenados a muerte
y decapitados.
San
Macario el Grande (siglo IV). También conocido como San
Macario de Egipto o San Macario el viejo, nació hacia el año 300 y, en su
juventud, fue camellero. Cerca de los 30 años decidió retirarse para vivir en
soledad, como un ermitaño. Conoció a San Antonio y reunió a un grupo de
discípulos con los que fundó un monasterio en el desierto de Sceta. Considerado
uno de los Padres del desierto, su santidad y ejemplo de vida hicieron posible
la creación de nuevas comunidades monásticas. Murió el año 390, en el monasterio
de Sceta del que había sido abad.
San
Macario de Alejandría (siglo IV). También conocido como
San Macario el Joven, para diferenciarlo del anterior, del que fue coetáneo,
era originario de Alejandría, donde nació hacia el año 310. De profesión
pastelero, a los cuarenta años, decidió retirarse al desierto en unos momentos
en el que el florecimiento del movimiento eremítico en aquella zona era muy
grande. Al parecer, inicialmente estuvo en una comunidad fundada por San
Antonio, aunque posteriormente se trasladó a un desierto más alejado,
probablemente en la zona fronteriza con Libia, donde el otro San Macario
contaba con numerosos discípulos. En su última época también conoció a San
Pacomio y siempre dio ejemplo de extrema austeridad. Murió hacia el 408,
cercano ya a los 100 años.
San
Basiano de Lodi (siglo IV). Nacido hacia el año 320 en
Siracusa, era hijo de prefecto de la ciudad. Al marchar a Roma para iniciar su
formación, conoció a un monje que le convirtió al Cristianismo, con gran
disgusto de su padre que lo repudió. Pasó a residir en Rávena y,
posteriormente, fue elegido obispo de Lodi. Su nombre aparece documentado en
varios concilios. Se distinguió en la lucha contra la herejía arriana junto con
su coetáneo San Ambrosio de Milán. Murió hacia el año 409 y sus restos fueron
enterrados en la iglesia que había mandado construir, dedicada a los Santos
Apóstoles. Es el Patrón de esa ciudad italiana.
Santas
Liberata y Faustina de Como (siglo VI). Eran dos hermanas
pertenecientes a una familia noble de Rocca d'Olgisio (Italia). Huérfanas a
temprana edad, decidieron consagrarse a Dios, a pesar de las reticencias de su
entorno. Para ello, marcharon de casa y fundaron un monasterio, regido por la
regla benedictina, cerca de Como que estuvo de dedicado a Santa Margarita. Allí
vivieron santamente hasta su fallecimiento en fechas cercanas al año 580.
San
Launomaro (siglo VI). Nacido cerca de Chartres, fue pastor en
sus primeros años. Después ingresó en la abadía de Micy, situada cerca de
Orleans, desde donde retornó a su ciudad natal al cabo de doce años. Tras ser
ordenado sacerdote, pasó a formar parte del cabildo de la catedral,
desempeñando el cargo de ecónomo, pero deseando vivir con mayor austeridad, se
retiró al bosque de Perche, donde animados por su ejemplo se le unieron
numerosos discípulos para los que fundó el monasterio de Corbion del que fue
abad hasta su fallecimiento, cuando había cumplido los 100 años.
San
Juan de Ravena (siglo VI). Entre los diferentes Santos
del mismo nombre, el que hoy se conmemora es el también llamado Juan Romano,
obispo de esa ciudad entre los años 578 y 595, al que le tocó vivir en momentos
convulsos, provocados por la invasión de los lombardos. Durante su pontificado
se terminó de edificar la basílica de San Severo in Classe que fue dedicada el 17 de mayo del 582.
San
Remigio de Rouen (siglo VIII). Era hijo ilegítimo de
Carlos Martel. Llegó a ser el tercer arzobispo de Rouen, entre 755 y 762. Viajó
a Roma con el rey Pipino, su hermano, para mediar en el conflicto suscitado entre
el Papa y el monarca. Fue el introductor en Francia del rito gregoriano.
Falleció el 19 de enero de 772.
San
Arsenio de Corfú (siglo X). Nacido en Betania, a finales
del siglo IX, se educó en Seleucia y, tras ser ordenado presbítero, pasó a
residir en Constantinopla, al servicio del Patriarca Trifón. En 933, su sucesor
lo nombró obispo de Corfú, donde destacó por la austeridad de sus costumbres.
Falleció en Corinto cuando regresaba de un viaje a Constantinopla a donde se
había desplazado para mediar a favor de unas personas de su diócesis. Es uno de
los patrones de esa isla.
Beato
Marcelo Spínola y Maestre (siglo XIX). Nacido en San
Fernando (Cádiz) el 14 de enero de 1835, era hijo de V marqués de Spínola que,
como marino, estaba destinado en esa localidad. Cursó la carrera de Derecho en
la Universidad de Sevilla y ejerció la profesión de abogado, hasta que 1858,
dos años después de graduarse, decidió ingresar en el seminario de esa ciudad,
siendo ordenado sacerdote en 1864. Ejerció su ministerio pastoral en Sanlúcar
de Barrameda y en Sevilla, de cuya catedral fue canónigo. En 1881 fue nombrado
obispo auxiliar de Sevilla y, tres años después, León XIII lo nombró obispo
titular de Coria, donde fundó con Celia Méndez, en 1885, la Congregación
de Esclavas Concepcionistas del Divino Corazón. Tras desempeñar la sede de
Málaga entre 1886 y 1896, fue nombrado arzobispo de Sevilla y, en 1905, el Papa
San Pío X lo creó cardenal, cuando su estado de salud ya era muy delicado.
Falleció el 19 de enero de 1906. Toda su vida estuvo consagrada al servicio de
los más necesitados, siendo un gran impulsor de la doctrina social de la
Iglesia. Mostró especial interés por las cofradías sevillanas, favoreciendo el
entendimiento entre algunas de ellas. Asimismo, fue el fundador del periódico El Correo de Andalucía. Fue beatificado por San Juan Pablo II el 29
de marzo de 1987.
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