El 1 de noviembre de 1873 nació en Mallén D. Santos González Roncal. Desde muy joven se dedicó al trabajo en el campo, hasta que en 1894 fue movilizado y destinado al Batallón Disciplinario de Melilla. Durante los tres que permaneció en esa plaza aprendió a tocar la corneta y, en 1897, se ofreció voluntario para servir en Filipinas. La historia de esos años a los que hemos hecho alusión nos plantea una cuestión que, por el momento, no hemos podido resolver: ¿Por qué fue destinado a un batallón disciplinario, tras haber sido movilizado?
En cualquier caso, llega
al lejano archipiélago en un momento en el que las tropas españolas se
enfrentaban al movimiento insurreccional protagonizado por el Katipunan, con el
apoyo norteamericano. Tras una breve estancia en Manila es asignado como
corneta al batallón de Cazadores nº 2 y
enviado a la localidad de Baler, donde iba a participar en una gesta que
asombró al mundo, la de “los últimos de Filipinas”.
El 30 de junio de 1898, la guarnición española de Baler se vio obligada a refugiarse en la iglesia de San Luis de esa localidad, ante el acoso de las fuerzas filipinas. Estaba integrada por 54 hombres, al mando del capitán D. Enrique de las Morenas. Allí resistieron durante 337 días, durante los cuales murieron 21 de los defensores, entre ellos el propio capitán. Tras la firma del tratado de paz entre España y los Estados Unidos que puso fin a la guerra, siguieron resistiendo, hasta que el corneta D. Santos González Roncal, natural de Mallén, hizo sonar su instrumento por última vez, para acompañar el arriado de la bandera que con tanto heroísmo habían defendido.
Martín Cerezo había entrado con honores en la historia militar de España. Cuando salen de la iglesia, sólo quedan 33 soldados y 2 frailes, 17 habían muertos y los 6 que se habían escapado y 2 fusilados, por orden del capitán de la Morena. Hasta el cura Carreño había fallecido. Salieron de la iglesia, harapientos con los máuseres enmohecidos, sin municiones, muchos desdentados, pero salieron con honor de la iglesia que les había protegido durante 337 días, desfilando con marcialidad de tres en fondo orgullosos y con la cabeza bien levantada, recibiendo los honores de las tropas zagalas.
No salieron
prisioneros, sino que el primer Presidente de Filipinas Emilio Aguinaldo firmó
un decreto en el que reconocía el “valor, constancia y heroísmo con que aquel
puñado de hombres aislados y sin esperanza de auxilio alguno, ha defendido su bandera
por espacio de un año”.
Una
copia de este emocionado homenaje la entregaron en Filipinas al Comandante del B/E
Juan Sebastián de Elcano y, desde entonces, la vimos siempre presente en la
mesa de su despacho a bordo.
De aquellos héroes conservamos
estas imágenes. La primera de ellas tomada en Filipinas, en la que Santos
Roncal es el primero por la derecha de la fila inferior, mientras la segunda
está tomada tras el regreso a Barcelona.
De aquellos héroes conservamos
estas imágenes. La primera de ellas tomada en Filipinas, en la que Santos
Roncal es el primero por la derecha de la fila inferior, mientras la segunda
está tomada tras el regreso a Barcelona.
El busto
se alza sobre un pedestal en el parque que lleva su nombre y, bajo él están
representado el archipiélago de las Filipinas, donde se desarrolló su gesta.
En junio
del pasado año 2023, en ese lugar le fue tributado un bonito homenaje por parte
de fuerzas del Regimiento de Caballería “España nº 11”, de guarnición en
Zaragoza, unidad heredera de aquella a la que, en Cuba, había pertenecido el
héroe de Mallén. Allí, junto con el Coronel del Regimiento y el Alcalde de Mallén,
estuvieron presentes los descendientes de D. Santos Roncal.
Junto al
monumento, un mural recuerda también la gesta del corneta de Baler y allí
quisieron posar para nosotros los miembros de la banda de guerra que, en buena
medida, eran herederos suyos.
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