Ayer nos llegó la triste noticia del fallecimiento del cardenal Angelo Amato el pasado 31 de diciembre, la cual nos afectó profundamente, dado que tuvimos la oportunidad de compartir con él una agradable visita efectuada a Borja en 2008.
Había nacido en
Molfetta (Italia) el 8 de junio de 1938 y era miembro de la Congregación
Salesiana, en la que emitió sus votos el 28 de junio de 1962. Cursó estudios en
la Universidad Pontificia Salesiana y posteriormente en la Gregoriana,
especializándose en Cristología, siendo ordenado sacerdote el 22 de diciembre
de 1967.
Se doctoró en
1974 y, merced a una beca del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, entre
los años 1978 y 1979 estuvo en el monasterio ortodoxo de Moní Vlatádon y, en
1988, amplió estudios de Teología en Washington. Era, por lo tanto, un hombre
de gran formación.
Fue consultor
de la Congregación para la Doctrina de la Fe y del Pontificio Consejo para la
Promoción de la Unidad de los Cristianos y, en 2002, el papa Juan Pablo II, lo
nombró Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, siendo
consagrado obispo titular de Sila, con dignidad de arzobispo, por el propio
Papa.
Allí trabajó
con el cardenal Ratzinger, que era Prefecto de la Congregación y, al asumir el Pontificado,
lo nombró Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, en 2008. En
2010, lo creó cardenal, con el título de Santa María en Aquiro.
Dotado de
grandes cualidades, cuando se celebró el conclave de 2013, se llegó a barajar su
nombre como posible Papa, aunque el elegido fue el Pontífice reinante.
En agosto de
2008 estuvo en Borja. Había venido a Tarazona para pronunciar la lección
inaugural de la XI Semana de Espiritualidad y Liturgia, invitado por nuestro
obispo D. Demetrio Fernández, al que había dirigido su tesis doctoral.
Visitó la
exposición de Arte Sacro de la Diócesis de Beja instalada en la Casa de Aguilar
y, luego, con D. Demetrio, fuimos al Museo de la Colegiata y más tarde al Arqueológico.
Hablaba perfectamente español y pudimos disfrutar de su gran simpatía y sentido
del humor, como demuestra la anécdota que protagonizó en el Museo de la
Colegiata.
Tras un detallado
recorrido por sus salas, donde quedó impresionado por las tablas góticas,
llegamos a la última, donde se encuentra la tabla de San Pedro en Cátedra y,
entonces, D. Demetrio le pidió que posase junto a ella. Monseñor Amato, aún no
era cardenal, le preguntó el porqué allí y en ese momento. D. Demetrio le dijo
que nada más oportuno que junto a esa representación de San Pedro como primer
Papa.
Fue entonces,
cuando le interrumpimos para decirle (en broma) que había una tradición que
quien se fotografiaba allí tenía muchas posibilidades de llegar a ocupar la
cátedra de San Pedro. Monseñor Amato, muy serio, nos replicó “Yo no quiero ser
Papa”, para inmediatamente, dirigiéndose a D. Demetrio (que ya había hecho la
foto) decirle: “Pero, por si acaso, Demetrio, hazme otra en este otro lado”.
Hubo otras
varias anécdotas e, incluso, quiso ir hasta el Museo Arqueológico andando.
Durante el trayecto continuaron sus muestras de simpatía, como cuando le
pedimos un favor de su congregación. Nos replicó que lo acababan de nombrar Prefecto
de la de la Causa de los Santos, por lo que veía un poco prematura incoar el
proceso para nuestra beatificación. No es eso, monseñor, le dijimos. Como sigue
teniendo influencia en la de la Doctrina de la Fe, nos gustaría que consiguiera
del cardenal Levada que nos nombrara “familiar del Santo Oficio”, cargo muy
necesario en Borja. Rio con la ocurrencia…
La Iglesia ha
perdido, con su fallecimiento, a un gran cardenal y, aunque nuestra opinión,
nada tiene que ver con los designios del Espíritu Santo, mucho nos hubiera
gustado que se hubiera cumplido aquel supuesto vaticinio borjano.
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