jueves, 1 de mayo de 2025

Visita a la cartuja de Escaladei

 

         Una de las visitas programadas durante la reunión de Hispania Nostra en Tarragona fue a la cartuja de Escaladei o Scala Dei, situada en el municipio de La Morera de Montsant, en la comarca del Priorat, cuyo nombre procede, precisamente, de esa cartuja.

 

         Situada en un lugar sumamente tranquilo, a los pies de la cordillera de Montsant fue la primera cartuja española, fundada en el siglo XII, de la que proceden otras cartujas de la península ibérica. Según la leyenda, fue el rey Alfonso II de Aragón quien donó unas tierras a la Orden de la Cartuja para que levantaran un monasterio. Buscando el lugar más adecuado, los monjes tropezaron con un pastor que les dijo que, en sueños, veía a unos ángeles que subían al cielo a través de unas escaleras apoyadas en la copa de un pino y los monjes, interpretándolo como una señal, eligieron ese lugar.

 



         Los convulsos años de comienzos del siglo XIX y la Desamortización de 1835, obligaron a los monjes a abandonar este histórico cenobio, que cayó en el más completo abandono, siendo objeto de un continuo saqueo.

         Sus ruinas se convirtieron en un exponente más de la tragedia que se abatió sobre el Patrimonio Cultural español, como consecuencia de la actuación de los gobiernos liberales, que causó la pérdida irreparable de una buena parte del mismo. Algo que no debemos ver únicamente como un lamentable episodio del pasado, dado que algo similar puede ocurrir en nuestros días, como consecuencia del cierre de muchos monasterios por la falta de vocaciones religiosas.

 

         El antiguo monasterio y sus tierras pasaron a manos de particulares y, en 1990, los propietarios lo cedieron a la Generalitat de Cataluña que, desde entonces, se encarga de su mantenimiento. Desde 1980 es Bien de Interés Cultural.

 


         En los últimos años, se han llevado a cabo algunas restauraciones que, en opinión de quienes lo visitaron, son cuestionables en algunos aspectos, pero en su mayor parte continúa en estado de ruina consolidada.




         La vida de los cartujos es, en gran medida, eremítica, pues la mayor parte de su existencia transcurre en una celda, donde viven aislados. Dispone de un pequeño huerto en el que pueden dedicarse a cultivar algunas cosas. Un modesto camastro y una mesa es el único equipamiento de su celda, en la que reciben la comida, a través de un ventanuco. Su dieta nunca contempla la ingestión de carne, estando basada fundamentalmente en verduras, frutas y huevos. Centrada en una comida al mediodía y una pequeña colación por la noche, en determinados días se reduce a pan y agua.

 

         De la celda sólo salen para asistir a la Santa Misa y al rezo de las horas canónicas durante el día y la noche, siempre transitando en silencio.

         El conocimiento de este régimen de vida, con el que los monjes solían alcanzar edades avanzadas, impresionó a los visitantes que, por otra parte, tuvieron ocasión de reflexionar sobre el estado de éste y otros muchos monasterios arruinados a lo largo y ancho de la geografía española.


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