domingo, 4 de noviembre de 2012

El médico borjano Tomás Longás y su ilusa hija



            En 1620, nació en Borja Tomás Longás que, tras cursar estudios de Filosofía en la Universidad de Huesca, marchó a Valencia donde se graduó como Doctor en Medicina. Durante algunos años desempeñó la cátedra de Anatomía en esa universidad, hasta que obtuvo la plaza de médico titular de la catedral de Tarazona, ciudad en la que falleció en 1690.





            Fue un hombre de prestigio que se inscribe en la corriente de los novatores de la práctica médica. Entre sus obras destaca el Enchiridion novae & antiqvae medicinae dogmaticae pro cvratione febris malignae, que dedicó al duque de Villahermosa, al que había tratado de un proceso febril que tuvo gran repercusión. En la biblioteca del Centro conservamos una copia de este libro que fue publicado en Zaragoza, en 1689. En aquellos momentos el Dr. Longas residía ya en Tarazona, lo que hace constar en la portada del mismo. Es curioso que, en contra de lo que solía ser habitual, no aparece ninguna referencia a su origen borjano ni tampoco, se hace alusión al mismo en las poesías laudatorias que se incluyen en la obra.





            Sin embargo, el nombre de este ilustre médico está asociado al de su hija Sor Teresa Longás Pascual, nacida también en Borja en 1668. El 29 de octubre de 1679, cuando tenía poco más de once años de edad, tomó el hábito en el convento de Santa Clara como religiosa de coro y organista. El 23 de abril de 1684, tras cumplir los dieciséis, hizo la profesión perpetua. Ese mismo año, entró en el convento su hermana Ana María, con doce años.





            Sor Teresa que era conocida en el claustro como “la Longasa”, alcanzó gran notoriedad a raíz de unas supuestas visiones que decía tener. Según contaba, en el transcurso de las mismas unos ángeles le dictaban obras de espiritualidad e, incluso, la propia vida de Cristo.





            Lo sorprendente es que escribía sus obras con una pluma empapada en la sangre que le brotaba de una herida abierta en su costado, cerca del corazón. El asunto terminó mal ya que intervino la Inquisición y el 21 de junio de 1708 fue sometida a un auto particular de fe celebrado en el convento de Jerusalén de Zaragoza, siendo condenada a seis años de cárcel por “ilusa y sospechosa de trato ilícito con su director espiritual” el franciscano fray Manuel del Val.




La Longasa cumplió su condena y continuó en el convento de Borja, del que llegó a ser abadesa, falleciendo en nuestra ciudad el 4 de enero de 1731.

1 comentario: