“Poner
una pica en Flandes” es una expresión que se utiliza para resaltar la
dificultad de una acción ya que, conducir desde Italia hasta ese lugar a los
legendarios tercios españoles, era una empresa compleja y costosa.
Las
tropas enviadas para combatir en los Países Bajos recorrían el llamado “camino
español” que, entre otros lugares, atravesaba Luxemburgo, una plaza fuerte que
todavía conserva muchos recuerdos de aquella época.
En
el Museo de Historia de la Ciudad se muestran, entre otras piezas de interés,
morriones, capacetes y diversas armas utilizadas por los soldados de la
monarquía hispana en los siglos XVI y XVII.
Es
un museo muy bien montado y de gran interés, una de cuyas zonas está destinada
a exposiciones temporales.
En
este sector se exhibía un mapa, donde algunos visitantes clavaban pequeñas
banderolas de papel con diferentes comentarios, encaminados mayoritariamente a
reforzar ese proyecto común que es el de la construcción europea.
Sobre
España sólo había una y, en ella, un comentario en el que, una tal Nuria, hacía
alusión a una de nuestras comunidades autónomas con una expresión que, aunque
muy difundida en los últimos tiempos, pone de manifiesto la deficiente formación geográfica de algunos escolares.
No
es de extrañar, por lo tanto, que un intrépido edil borjano decidiera calarse
el yelmo y, sorteando los más duros obstáculos, clavara una pica, no en Flandes,
sino en Luxemburgo, hasta conseguir que la frase adquiriera el significado
correcto.
De
regreso de tan arriesgada misión, daba novedades a la autoridad asomada a uno
de los balcones del palacio ducal, en el transcurso de un emotivo acto al que
se sumaron numerosas personas procedentes de diversos lugares de la Unión
Europea.
Fiel testimonio de la gallardía borjana, superior si cabe a la del conjunto de España.
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