domingo, 10 de enero de 2016

La singularidad del Museo de la Colegiata de Borja




            Que una pequeña ciudad como Borja disponga, por el momento, de tres museos ya constituye un hecho destacable, pero mucho más lo es la calidad de las instalaciones y de las piezas que se exponen en cada uno de ellos.

            Hoy, aprovechando las fotografías que ha realizado Enrique Lacleta, queremos insistir en la importancia del Museo de la Colegiata que, desde su inauguración, se ha convertido en uno de los principales recursos turísticos de nuestra ciudad.





            El Museo surgió como consecuencia de un ejemplar acuerdo alcanzado entre el Obispado de Tarazona, la Parroquia de Borja y el M. I. Ayuntamiento de la ciudad, con el propósito de conservar, restaurar, estudiar y difundir el Patrimonio Artístico de la antigua colegiata de Santa María. Lo que parecía un sueño inalcanzable, tras diversos intentos frustrados, pudo lograrse merced a la sintonía de las partes implicadas y a quienes, en aquellos momentos, se encontraban al frente de cada una de esas entidades.




            En este sentido, uno de los puntos clave del acuerdo y del ulterior desarrollo del museo, fue la exclusividad en el uso del edificio restaurado por el M. I. Ayuntamiento para ese fin específico. En el proyecto museográfico que elaboró nuestro Centro, se destacaba el carácter global del mismo, proporcionando un hilo argumental a la visita a través de sus salas, donde las magníficas obras expuestas no están colocadas al azar, sino que responden a un programa preconcebido.




            Desde su inauguración, las distintas acciones llevadas a cabo, como la restauración de la mayor parte de las piezas expuestas y el nuevo color de sus paramentos, han contribuido a potenciar el carácter singular del museo.




            De hecho, es significativo el número de personas que lo visitan, de manera individual o formando parte de grupos organizados, aunque su difusión en los ámbitos turísticos regionales sigue siendo una asignatura pendiente. Cualquier iniciativa, en este sentido, y el desarrollo de actividades imaginativas, como las visitas teatralizadas del pasado, son aportaciones muy positivas y deben contribuir a un mejor conocimiento de este museo, así como para preservar el carácter que constituye la razón de su existencia.
            Por nuestra parte, no regatearemos esfuerzos en este sentido, así como en la realización de un trabajo pendiente, la publicación del catálogo de las obras expuestas.

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