domingo, 24 de enero de 2016

Sorpresa en San Babil


            Hoy se celebra la fiesta de San Babil, antaño una de las más importantes de Borja, de la que apenas queda el recuerdo. Fundada en 1543, existió aquí una pujante cofradía que tuvo su sede en la iglesia del Santuario de Misericordia, donde existe un retablo dedicado al Santo que fue bendecido en 1791. 




            La imagen titular fue realizada por el escultor borjano Cristóbal Sales y el retablo es obra, probablemente, de su hermano José. Hasta allí acudían todos los años los cofrades, en este día,  en lo que llegó a ser una de las más concurridas romerías al Santuario. La cofradía, agregada a la Archicofrafía de Nuestra Señora del Sufragio de Roma, gozó de grandes beneficios espirituales y su fama se extendió por otros lugares. Como prueba de ello se aduce el que, en 1790, solicitaron su ingreso en ella 896 personas, de las que 832 eran de Barcelona, donde habían sido “captadas” por el coronel de Artillería D. Lorenzo Laso de la Vega, entonces Director de la Real Fundición de Artillería, de esa ciudad, y bienhechor de la cofradía.



            San Babil o Babilas fue un obispo de Antioquía que murió mártir durante la persecución de Decio. Como obispo se le representa con capa pluvial y mitra. Pero, al revisar las fotografías para este artículo, nos hemos percatado, con sorpresa, que en la imagen realizada por Salesa, en lugar de la cruz pectoral, propia de su condición, lo que aparece es una placa con una representación del Ecce Homo, como si fuera una premonición de lo que iba a vivir el Santo muchos años después.



            A comienzos del siglo XIX la fiesta comenzó a celebrarse en la colegiata de Santa María, donde en la actual capilla de la Virgen de la Peana se venera una imagen, procedente del desaparecido convento de agustinos que se identifica con San Babil, aunque existen serias dudas sobre la misma. De hecho el báculo que porta en su mano izquierda es un añadido y no lleva capa pluvial, aunque hemos llegado a ver que, en este día, se le revestía con una de tela.
            Bajo la hornacina que la cobija hubo un altar, desaparecido en época reciente al igual que los numerosos exvotos que se depositaban allí y en el Santuario. Cuando, en 1945, D. Primo Irache publicó en el Programa de las fiestas de mayo una breve historia de la cofradía ya señaló que la misma contaba con un escaso número de miembros, aunque la fiesta continuaba celebrándose merced al apoyo de la familia Martínez-Alejaldre. Todo ello forma ya parte del pasado y hoy esta festividad pasa desapercibida en nuestra ciudad.

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