Cuando
nos encontramos ya en la V semana de Cuaresma queremos hacer alusión a una de
las tradiciones desaparecidas, como era la de cubrir los altares con lienzos de
color morado. En realidad, respondía a una rúbrica litúrgica que se mantuvo en
vigor hasta el Concilio Vaticano II y cuyo objeto era concentrar la atención de
los fieles en el sentido de ese tiempo penitencial que culminaba con la
Resurrección de Cristo, a través de la cual cobraba su significado pleno esa
Iglesia triunfante representada por las imágenes de los retablos.
No
conservamos imágenes de altares borjanos cubiertos, salvo la primera de las
fotografías de la ermita del Calvario en la que los lienzos terminaron siendo
mantenidos de forma permanente, como motivo decorativo. Pero, a través de esta
otra fotografía de Híjar nuestros lectores pueden hacerse idea del aspecto que
presentaban los altares.
Curiosamente,
al tratarse de una práctica tolerada en aquellos lugares que lo deseen, no
faltan ejemplos de iglesias españolas en las que se mantiene.
Hemos podido constatar que,
en otros países, se observa una vuelta a esta antigua costumbre que, a veces, se
circunscribe al período comprendido entre el V Domingo de Cuaresma y la vigilia
pascual.
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