El 18 de abril de 1764
nació en Borja D. Buenaventura Tejadas
Pellicer, siendo bautizado en la parroquia de Santa María. Cursó los
estudios eclesiásticos y, tras ser ordenado sacerdote, fue nombrado Vicario de
la parroquia de San Miguel, cometido pastoral que desempeñó durante 49 años.
Durante la Guerra de la
Independencia, fue acusado por los franceses de haber facilitado la entrada en
la ciudad a una partida de guerrilleros, abriendo por la noche la puerta de San
Francisco. Tras ser detenido, fue deportado a Francia, donde permaneció hasta
el final de la contienda.
Relataba el general
Nogués que, al regresar de su cautiverio, fue recibido como un héroe por sus
convecinos, marchando a su parroquia, donde ante la imagen de su titular, que
ahora se exhibe en el Museo de la Colegiata, quedó sumido en un profundo dolor,
al comprobar que habían desaparecido todos sus ahorros que, imprudentemente,
había ocultado bajo los demonios de la parte inferior de ese grupo escultórico.
El desconsolado clérigo se lamentaba diciendo: “Más me hubiera valido ponerlos
bajo la falda de San Miguel que confiárselos a Satanás”.
El 7
de diciembre de 1939 la corporación municipal, presidida por D. Lorenzo
Parroqué, aprobó una moción presentada por D. Roque Pascual, párroco de Santa
María en esos momentos, en la que solicitaba se diera su nombre a la calle de
los Cerezos, como reconocimiento a los sufrimientos padecidos durante la ocupación
francesa. Curiosamente, es una de las pocas placas de esa época que se han
conservado.
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