El 4 de octubre de 1548 fue bautizado en la parroquia de San Bartolomé de Borja D. Jaime de Moncayo Ximénez. Era hijo de D. Pedro de Moncayo, natural de Ainzón que se había establecido en nuestra ciudad, tras contraer matrimonio con Dª. María Ximénez. Jaime fue el segundo de sus hijos y, tras cursar los estudios eclesiásticos, se graduó como Doctor en Teología.
Canónigo de la colegiata
de Santa María, ocupó la prestigiosa plaza de Canónigo Doctoral con 28 años de
edad, siendo elegido Prior en 1581, cargo que desempeñó hasta 1604. El 19 de
noviembre de 1605 tomó posesión de una plaza de canónigo de la Iglesia Metropolitana
de Zaragoza, para la que había sido nombrado por Felipe III, cuando el cabildo
pasó a ser secular.
El 27 de enero de 1621,
estando próximo su fallecimiento, donó toda su hacienda, valorada en 120.000
sueldos jaqueses para que la Orden de Predicadores pudiera fundar un convento
en Borja. De ello se encargaron sus dos albaceas testamentarios, aunque uno de
ellos falleció sin lograrlo, dadas las enormes dificultades a las que tuvieron
que hacer frente por la oposición del cabildo colegial.
Finalmente, los dominicos
llegaron a Borja, construyendo el convento y el templo, dedicado a San Pedro
Mártir que aún subsiste. A finales del siglo XIX, el Ayuntamiento de Borja
decidió honrar la memoria de este ilustre eclesiástico borjano, dedicándole la
calle contigua que había sido abierta poco antes.
El 4 de octubre de 1672
nació en Ambel fray Francisco Salvador
Gilaberte. Tras cursar Humanidades, estudió Filosofía en el colegio de la
Compañía de Jesús de Calatayud, siendo uno de los alumnos más distinguidos. Muy
pronto sintió la llamada de Dios y marchó a Huesca para ingresar en el convento
que la Orden de la Merced tenía en aquella ciudad. Tomó el hábito el 17 de
octubre de 1688, con 16 años recién cumplidos.
Teniendo en cuenta su
preparación, fue dispensado de volver a repetir los estudios de Filosofía y fue
enviado al Real Colegio de San Lázaro de Zaragoza, comenzando a dar clases con
19 años. En 1695 fue nombrado Catedrático de Artes de la universidad de Zaragoza,
donde impartió tres cursos, mientras se doctoraba en Teología, materia de la
que también fue profesor.
A los 32 años era Maestro
de su provincia de Aragón; luego fue Examinador Sinodal de varias diócesis y,
tras desempeñar el cargo de superior en varios conventos, en 1718 fue designado
Definidor General y, en 1730, Provincial de Aragón, hasta que el 31 de mayo de
1732 fue elegido General de la Orden de la Merced, al frente de la cual realizó
una gran labor. Nombrado Obispo de Almería, renunció para no tener que
abandonar el convento de Zaragoza, al que se había retirado tras cesar como
General, y allí murió el 18 de febrero de 1752. A sus exequias concurrió la
universidad en corporación y numerosas personas.
El 4 de octubre de 1997 falleció al ser atropellado, cuando
regresaba de las fiestas de Albeta, Juan
José Sola Paños, un popular personaje conocido con el sobrenombre de
“Basora”. Fue un hombre entrañable, cuya presencia formaba parte del paisaje
urbano de nuestra ciudad y elemento imprescindible en todas las fiestas y
celebraciones. Su recuerdo se hubiera difuminado en el tiempo, pero su
extraordinaria habilidad en la interpretación musical con el “cascañete”, hizo
que fuera incluido en la obra La tradición oral en el Moncayo Aragonés, de Luis
Miguel Bajén y Mario Gros. Construido con una simple caña, al ser percutido con
la palma de la mano produce un sonido peculiar que en manos de “Basora”
alcanzaba los más altos niveles de perfección, interpretando melodías muy
conocidas.
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