miércoles, 16 de octubre de 2024

El asesinato de un abad de Veruela

El 16 de octubre de 1534 fue elegido abad del Real Monasterio de Veruela fray Jerónimo Tris, natural de Magallón, siendo el trigésimo noveno abad del citado monasterio y cuyo nombre quedó asociado a la historia del mismo por su trágico final.

 

 

         Tras el fallecimiento de fray Miguel Ximénez de Embún, que había estado al frente del monasterio durante diecinueve años, los monjes se dispusieron a elegir sucesor. Sin embargo, se enfrentaban a un serio problema ya que, poco antes, el Papa Adriano VI había concedido al emperador Carlos V el derecho de presentación en todas las iglesias, catedrales y abadías de los reinos peninsulares.

 

Conviene recordar que el pontífice, conocido anteriormente como Adriano de Utrecht, había sido el preceptor del monarca y su hombre de confianza durante mucho tiempo. Sus destacados servicios fueron recompensados con el nombramiento de Obispo de Tortosa, en 1516, y con el capelo cardenalicio más tarde.

Pero, el favor de Carlos V también se extendió al ámbito civil, pues le encomendó la regencia cuando tuvo que ausentarse de la península, en 1520, para asumir la corona imperial. De hecho, se encontraba en Vitoria, cuando le fue comunicada su elección como cabeza de la Iglesia, emprendiendo viaje hasta Roma, atravesando nuestra comarca, siendo cumplimentado en todas las poblaciones que atravesó.

Los jurados de Borja se desplazaron hasta Mallén, por donde pasó el nuevo Papa, para saludarle. Con estos antecedentes es lógico que Adriano VI correspondiera al favor imperial concediéndole un privilegio tan importante como el derecho de presentación que se mantuvo hasta la renuncia efectuada por D. Juan Carlos I. En virtud del mismo, los reyes de España podían elegir a los candidatos que considerasen oportunos para ocupar los puestos eclesiásticos vacantes, los cuales eran ratificados por el Papa. Más tarde, lo que presentaban era una terna, de la que el pontífice elegía a una persona que, generalmente, era la que deseaba el monarca.

         Pero, cuando ocurrieron estos hechos, los monjes de Veruela no estaban dispuestos a renunciar a sus propias normas y decidieron elegir abad, sin contar con el emperador. Por ello, reunidos bajo la presidencia de fray Martín de Albacar que era abad del monasterio de Santa Fe y se encontraba casualmente en Veruela, eligieron a fray Jerónimo de Tris,  en aquellos momentos confesor del Real Monasterio de las Huelgas de Burgos.

         Pero su elección no fue unánime y un grupo de monjes, encabezado por fray Pascual de Magallón, paisano por lo tanto del nuevo abad y que también había aspirado a tan codiciado cargo, se manifestaron de forma airada contra él y lo que podía haber quedado en una quiebra del voto de obediencia llegó más lejos, pues fray Pascual, con la colaboración de otros dos monjes, decidió asesinarlo.

Tras propinarle varias puñaladas, fray Pascual y sus cómplices huyeron del monasterio, escondiéndose por los alrededores, creyéndole muerto, pero el abad tardó cuarenta y seis días en fallecer, como consecuencia de las heridas que, en principio, no habían sido mortales de necesidad. 

 

Lo sorprendente del caso es que, al cabo de ese tiempo, fray Pascual regresó al monasterio con la pretensión de hacerse con el control del mismo. No pudo conseguirlo ya que, Carlos V, al tener conocimiento de lo ocurrido y haciendo uso de la prerrogativa que le había otorgado el Papa, nombró a su primo fray Hernando de Aragón que, hasta ese momento, era abad del monasterio de Piedra y que, más tarde, fue promovido a la sede metropolitana de Zaragoza.

 

Una de sus primeras decisiones fue encarcelar a fray Pascual y a sus dos cómplices en las cárceles del monasterio, de las que consiguieron huir, poco después, con ayuda exterior que, probablemente, le fue dispensada por otros monjes afectos a su facción. Todos ellos lograron llegar a Roma, donde se acogieron a la protección de D. Pedro de Villalón, sobrino de D. Pedro Villalón de Calcena, un hombre que había ocupado puestos destacados en la corte papal.

Como suele ocurrir con la mayor parte de desmanes protagonizados por miembros del estamento eclesiástico, no ha quedado constancia del desenlace pero parece ser que el crimen quedó impune. Sorprendentemente, un historiador del monasterio, tan alejado de los hechos como el P. Blanco Trías S. J. atribuye la muerte de fray Jerónimo de Tris al supuesto disgusto que le ocasionó el que Carlos V declarara nula su elección, omitiendo por completo toda referencia a la colaboración de fray Pascual para acelerar el tránsito a mejor vida de su paisano.


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