En un palacio borjano se conserva esta representación heráldica que, por su complejidad, no habíamos sabido interpretar, ignorando a quienes correspondían las armas pintadas. Recientemente se lo planteamos al experto en estas cuestiones D. Raúl Rivarés Custardoy, el cual nos ha facilitado un minucioso estudio que, por su interés, nos ha parecido conveniente dar a conocer.
Como puede apreciarse se
trata de dos escudos ovalados y acolados. A diestra, escudo cuartelado: el 1.º
y 4.º, de gules, un castillo de oro, y el 2.º y 3.º, fajado de oro y sable;
bordura de oro, con ocho escudetes de azur, cada uno cargado de una banda de sable.
Adornado de la encomienda de la Orden Militar de Santiago (cruz flordelisada de
gules) y la venera de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III (cruz de
ocho puntas rematadas por esferas de plata).
A siniestra, escudo
gironado de oro y sable, y bordura componada de dieciocho piezas: nueve de
plata, cargada cada una de una cola de armiño de sable, y nueve de sinople
plenas; sobre el todo, escusón de plata, con un sotuer de azur, y sobre el todo
del todo, escusón de oro, con un león de gules, encerrado en una orla cargada
de ocho colas de armiño de sable, y sumado el escusón de una corona cerrada de
oro. Como cimera, una mano diestra de carnación, sosteniendo una espuela de plata.
Rodeado el conjunto de seis
banderas de diferentes esmaltes, tres al flanco diestro del escudo de la
diestra y tres al flanco siniestro del escudo de la siniestra; y entre los dos,
un ancla de sable, y la banda de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos
III, con la placa, colgando del ojo del arganeo del ancla.
Al timbre, un cerco,
resaltado de ocho florones (visibles tres y dos medios) alternando con ocho
puntas rematadas por esferas (visibles cuatro), todo de oro; y manto de plata,
ribeteado de azur.
Las primeras son las
armas del I marqués de González de Castejón, D. Pedro González de Castejón y
Salazar, Secretario de Estado y del Despacho de Marina, durante el reinado de
Carlos III. Las conocíamos, dado que aparecen en el retrato más conocido de D.
Pedro, así como en la portada de la biografía que publicó nuestro Centro,
escrita por el marqués de Velamazán.
Acoladas
con ellas se encuentran las de su esposa Dª. Felipa Campbell y Waldron, de
origen escocés, aunque nacida en El Puerto de Santa María, que, en 1765,
contrajo matrimonio con D. Pedro, con el que no tuvo descendencia. Según la
costumbre los escudos de los cónyuges, se presentan acolados, es decir,
pareados, manteniendo para ambos la boca ovalada característica de los escudos
femeninos.
Veamos
ahora el origen de las armas del marido, situadas a la izquierda (diestra en
términos heráldicos), que son las de los González de Castejón. Según la
tradición familiar, proceden de las del conde Fernán González, es decir, son las
de Castilla: en campo de gules (rojo), un castillo abierto de oro. Pero, a la
vez podrían aludir a la toma de un pequeño castillo (Castillón o Castejón, como
diminutivos de castillo) durante la Reconquista de Ágreda, localidad en la que
se estableció la familia.
Como diferencia,
partieron este campo con otro cuartel, en el que campean tres fajas de sable
(negro), conferidas a los muy esforzados en el campo del honor y de la
sangre. Por error, en el ejemplo
estudiado, en vez de tres fajas de sable en campo de oro, se dibujó como fajado
de seis piezas, tres de sable y tres de oro.
La familia recibió
diferentes títulos, a lo largo de los siglos, como conde de Agramonte de
Valdecabriel, conde de González de Castejón de Ágreda, marqués de Velamazán, o
el que nos ocupa, marqués de González de Castejón, que quedó vacante al
fallecer sin hijos (1783) el primer titular (como hemos indicado).
La rehabilitación se
llevó a cabo en 1859, en la persona de Teresa González de Castejón y Arnedo que
era tataranieta de D. Juan-Antonio González de Castejón, hermano del primer
marqués, pasando la sucesión a los descendientes de su matrimonio con
José-Vicente Álvarez de Espejo y Navarro de Egui.
La rama que ahora nos
ocupa, convierte el partido en un cuartelado, y añade una bordura de oro
cargada de ocho escudetes de azur, cada uno con una banda de oro. Esta bordura es un aumento por concesión del
rey don Alfonso XI de Castilla a don Martín González de Castejón. Este monarca fundó la Orden de la Banda con
el fin de estimular a la nobleza castellana a la caridad y amor al prójimo, y
muchos nobles de los siglos XIV y XV añadieron a sus armas la banda, con
diferentes combinaciones de colores y metales.
Respecto a sus ornamentos
exteriores, asoman los extremos de la cruz de la Orden Militar de Santiago, de
la que D. Pedro González de Castejón fue caballero y comendador de Orcheta (en
la actual provincia de Alicante), y además los de la Gran Cruz de la Real y
Distinguida Orden Española de Carlos III, que se le concedió el 28 de octubre
de 1777, por la prontitud en avituallar y preparar la escuadra enviada a
combatir la hostilidad portuguesa en América durante su mandato como secretario
de Estado de Marina. Sorprende la presencia de esta última insignia, ya que el
uso habitual es rodear el escudo con la banda de esta orden, mientras que
detrás del escudo se suelen colocar solamente las cruces de las órdenes
militares clásicas (Malta, Calatrava, Alcántara…, o como en este caso,
Santiago).
La cruz de la Orden de
Santiago es la conocida cruz espada: una cruz latina de gules, con los brazos
rematados en forma de flor de lis, salvo el brazo inferior, que es apuntado.
El escudo de la derecha
(siniestra en el vocabulario heráldico) corresponde al del apellido de la
esposa del I marqués de González de Castejón, Dª. Felipa Campbell, perteneciente
a una de las numerosas ramas del ilustre clan escocés que abandonaron las islas
a consecuencia de la persecución contra los partidarios de los Estuardos entre
los siglos XVII y XVIII. Aunque los
orígenes legendarios del clan se remontan, según unos, a los antiguos britanos
o, según otros, a un caballero normando, llamado Gilles o Archibald “de
Campobello”, que pasó a Gran Bretaña en el siglo XI o XII, el primer ancestro
documentado fehacientemente es cierto Gilleasbaig, que vivió a finales del
siglo XIII.
Las armas básicas de los
Campbell son el gironado de oro y sable (el gironado es la suma de las posibles
particiones de un escudo, por un palo vertical, una faja horizontal, y una
banda y una barra diagonales), como se ve en el escudo de los duques de Argyll,
que es el título principal del clan, quienes lo presentan cuartelado con un lyphad o galera antigua, propia del
señorío de las Islas.
Entre las diferentes
líneas secundarias de los Campbell, se encuentran los Campbell de Auchinbreck,
surgidos en el siglo XV, cuya diferencia heráldica es una bordura componada de
armiños y sinople (verde). Los armiños
son un forro heráldico que pretende representar una piel de armiño, blanca con
motas de color negro, aunque en el diseño del escudo se reduce a una cola (o
mota) de armiño por cada escaque de los que componen la bordura.
Además, el 5.º lord de Auchinbreck, sir Dugald Campbell, fue creado baronet,
de Nueva Escocia, en 1628. Los baronets
son un título hereditario, pero no de nobleza, que fueron instaurados con sus
características actuales en 1611 por el rey Jacobo I de Inglaterra, con el fin
de allegar fondos para la colonización de la provincia irlandesa del Ulster con
colonos protestantes ingleses.
Ante el éxito del modelo,
su hijo y sucesor Carlos I creó el título de baronet de Nueva Escocia para la
colonización de esa península americana, hoy provincia del Canadá, dando a los
agraciados como empresa heráldica el escudo de Nueva Escocia. Dicho escudo muestra invertidos los colores
de la bandera de Escocia, que es azul, con la cruz de San Andrés en blanco: o
sea, en campo de plata, un sotuer (o aspa) de azur, y muestra en su centro el
escudo del reino de Escocia, coronado por la corona real cerrada.
Las armas de Escocia son
peculiares, ya que muestran, en campo de oro, un león encerrado en un trechor
doble, florado y contraflorado, todo de gules.
El trechor es una pieza heráldica (que puede ser simple o, como en el
caso escocés, doble), de anchura la mitad de una orla, figura a su vez similar
y de la mitad de anchura que la bordura, pero separada de los bordes del
escudo. Y además puede estar, como aquí, florado y contraflorado, es decir,
alternando flores de lis cruzadas y con el espacio interno vacío que apuntan
hacia dentro y hacia fuera. Al ser una pieza tan extraña a la heráldica
española, el autor del escudo no supo interpretar el trechor, y lo transformó
en una orla cargada de armiños.
Como ornamento exterior,
los Campbell de Auchinbreck presentan por cimera una mano diestra sosteniendo
una espuela de oro (aunque en el ejemplo descrito se pinta de plata, como se
aprecia en esta imagen ampliada). Las cimeras, bastante extrañas en la
heráldica de nuestro país, son muy frecuentes en el mundo británico, como
recuerdo del adorno que se situaba en la cima del yelmo de los caballeros.
Finalmente,
un pequeño repaso a los ornamentos generales del conjunto: por un lado, al ser
el I marqués de González de Castejón teniente general de la Real Armada, por su
condición de militar, y como trofeo, están las seis banderas de los flancos, y
por ser marino, se sitúa un ancla entre los dos escudos, de cuyo arganeo pende
la banda y gran cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III, en
su disposición habitual. Se trata de una
banda azul celeste ribeteada de blanco, mientras que el diseño de la cruz es de
ocho puntas rematadas con pequeños globos, cantonada de cuatro flores de lis
(es decir, que las flores de lis se disponen en los cuatro cantones que dejan
los brazos de la cruz), y un escudete con la imagen de la Purísima Concepción,
patrona de la orden, y encima de todo, la corona real.
Y otro
elemento curioso del escudo es el manto, ya que en nuestro país solo los que
tienen concedida grandeza de España pueden disponer su escudo sobre el manto,
que es de terciopelo escarlata, aunque heráldicamente se represente de gules,
con el forro de armiños, recogido en ambos lados con dos lazos de cordones y
borlas de oro. Sin embargo, al no ser
grande de España el primer marqués de González de Castejón, no tiene derecho al
mismo, así que lo suplió con el manto primitivo de los caballeros de la Orden
de Carlos III: blanco, con una orla de color azul celeste.
Por
último, la corona no corresponde exactamente al modelo establecido para los marqueses,
sino que parece más la de infante de España (que por supuesto no le
correspondía). La de marqués debe ser un
círculo de oro, adornado de piedras preciosas (que en el diseño se han
omitido), y realzado por solo cuatro florones (visibles uno y dos medios),
alternando con cuatro grupos de tres perlas, puestas una arriba y dos abajo
(visibles dos grupos).
La
interpretación de las armas de la esposa de D. Pedro nos ha parecido sumamente
sugestiva, pues no conocíamos detalles de las mismas y lo que nos sorprende es
que fueran interpretadas, de manera muy aproximada, por el artista que las
pintó en fecha posterior al del fallecimiento de los esposos.
Además,
no las hemos encontrado en otros lugares y, mucho menos, junto con las de su
esposo, por lo que, es posible, que esta representación que hemos comentado sea
un “unicum”.
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