viernes, 23 de junio de 2017

Un borjano camino de los altares


A través de Dª. Mabel Mayor hemos tenido conocimiento de que el pasado 12 de noviembre, monseñor D. Juan Antonio Reig Pla, Obispo de Alcalá de Henares, presidió en la Catedral-Magistral de esa ciudad la Sesión de Apertura de la Investigación Diocesana de la Causa de Canonización de los Siervos de Dios Eduardo Ardiaca Castell y 43 compañeros, entre los que se encuentra el sacerdote D. César Manero Zaro que era natural de Borja. Por este motivo, el responsable de la Causa quería conocer más detalles de su relación con nuestra ciudad y obtener la Partida de Bautismo.  Desconocíamos por completo su existencia y las circunstancias de su muerte, pero con objeto de colaborar en el proceso, nos pusimos en contacto con D. Luis Sánchez quien, inmediatamente, localizó la inscripción de su bautizo en Santa María.





         A través del mismo hemos podido saber que el 7 de noviembre de 1874, el entonces Regente de la Parroquia Mayor de Santa María, D. Nicasio Marzol, bautizó a César Florencio Manero Zaro, que había nacido en Borja a las cinco y cuarto de la tarde del día anterior. Era hijo del zapatero Rufino Manero y de Antonia Zaro, ambos naturales de nuestra ciudad. Los abuelos paternos eran el tejedor borjano Mariano Manero Aguerri y Catalina Cebrián Balo, natural de Alcalá de Ebro, fallecidos ya en ese momento.




         Los abuelos maternos eran Blas Zaro Aznar y Vicenta Meneses Foncillas, ambos nacidos en Borja, de los que se conservan los retratos que, en1887, les pintó D. Baltasar González. En la partida se hace constar que Blas Zaro era “propietario”, lo que nos indica que su situación económica era lo suficientemente desahogada como para permitirse el “lujo” de encargar estos retratos.



         Ignoramos, por el momento, la trayectoria personal de D. César Manero que, en la primera mitad del siglo XX aparece como párroco de Torrejón de Ardoz. No deja de ser llamativo el hecho de que un borjano ejerciera su ministerio pastoral en una localidad de la provincia de Madrid. No es el único caso, dado que el futuro cardenal Casanova desempeñaba, desde 1892, el cargo de Rector de la parroquia de Nuestra Señora del Buen Consejo de la capital de España, lo que pudo tener relación con el caso que nos ocupa.



         Hacia 1920, como consecuencia de un concurso de traslado, D. César fue nombrado Párroco de la iglesia de Santa María la Mayor de Alcalá de Henares, localidad en la que le sorprendió la Guerra Civil. En esa ciudad había sabido ganarse el afecto de sus feligreses que lo consideraban un cura “llanote y campechano”.



         En aquellos dramáticos momentos el nombre del párroco está unido a una actuación de gran importancia histórica, pues fue quien salvó el libro en el que estaba inscrita la partida de bautismo de D. Miguel de Cervantes.  El 16 de julio de 1936, el párroco consciente del peligro que se cernía sobre el templo y su legado patrimonial, retiró del archivo el citado libro y se lo entregó a D. Juan Raboso San Emeterio, un feligrés de confianza, para que lo guardase. Éste lo ocultó en varios lugares, pero temiendo que llegara a ser descubierto, decidió ponerse en contacto con su vecino D. Francisco del Río Ortega, que era hojalatero de profesión, al cual se le ocurrió depositarlo en una caja metálica de las utilizadas para guardar galletas y, tras sellarla mediante soldadura, la arrojó al interior del pozo de su casa, donde permaneció hasta el final de la guerra, en que fue recuperada descubriendo el libro en aceptables condiciones de conservación.
         El 20 de enero de 2015, en la Sesión Plenaria celebrada por la corporación municipal alcalaína, el Grupo Municipal de Izquierda Unida presentó una moción para que la ciudad de Alcalá de Henares reconociera la actuación de los vecinos que “garantizaron la conservación del libro bautismal de D. Miguel de Cervantes”, proponiendo la firma de un acuerdo con la Universidad de Alcalá de Henares para que se investigara y documentara ese hecho; que se dedicara una calle a las personas que lo salvaron y que se colocara una placa en la casa donde estuvo oculto. En la moción se citaban expresamente a D. César Manero, a D. Juan Raboso y a D. Francisco del Río y dio lugar al pronunciamiento de los distintos grupos políticos, destacando la intervención del Sr. Ripoll Candela, del Grupo Mixto, en la que se felicitó por el hecho de fuera Izquierda Unida quien presentara la moción “de forma valiente porque podrían ser acusados de ser los culpables”. Tras un amplio debate la moción fue aprobada por unanimidad.



         La parroquia fue incendiada el 29 de julio y completamente destruida, perdiéndose todo su patrimonio. En la actualidad sólo se conserva, tras su restauración la torre y la llamada “capilla del Oidor”. Respecto al párroco, según la página web de la catedral, fue detenido en agosto de 1936 por unos milicianos que lo sacaron de su casa y, tras pasar por el Ayuntamiento, fue fusilado en un lugar que no se conoce.



         Su nombre aparece en la placa que recuerda a los sacerdotes mártires de Alcalá de Henares, durante la persecución de 1936-1939. Todos ellos son a los que ahora se ha incoado la causa de beatificación que, de llegar a buen término, nos permitiría contar con un beato natural de Borja. En este sentido cabe recordar que, en un estado más avanzado, se encuentra la causa de beatificación de la religiosa concepcionista borjana sor María Isabel Lacaba Andía, asesinada en Madrid el 7 de noviembre de 1936.

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