El
puente de Vulcafrailes, situado en el barranco del mismo nombre, es el más
antiguo de los que existen en el término municipal de Borja. En torno al mismo
destacan los muros de piedra seca que, a manera de aletas, discurren por sus
extremos.
De él nos hemos ocupado en diversas ocasiones, dando
a conocer imágenes como esta que nos envió Enrique Lacleta, autor también de
las que ilustran este artículo. Ya en 2011, publicamos un comentario llamando
la atención sobre el estado en el que se encontraba el puente, especialmente en
sus muros laterales.
De
hecho, parte de ellos se había derrumbado y el tablero soportaba el peso del
recrecimiento efectuado para facilitar el paso de vehículos, sin las limitaciones
que imponían sus pretiles. A pesar de que hubo un momento, en el que se trató
de repararlo nada se hizo y, ahora, las recientes lluvias han agravado la
situación.
Porque,
junto a los desplazamientos ya observados se han abierto nuevas grietas y se
han formado simas que socavan la base de los muros, por lo que el progresivo
derrumbe de los mismos será inevitable si no se toman las medidas necesarias.
En
nuestra opinión, debería restaurarse, tanto por ser un monumento de interés,
como por su significado histórico. Aquel punto en una concurrida vía de
comunicación entre Aragón y Navarra, cerca de la antigua calzada romana fue el
lugar en el que operaban partidas de bandoleros hasta épocas relativamente
recientes, como dimos a conocer en la obra Crímenes
ejemplares, publicada por nuestro Centro.
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