domingo, 29 de abril de 2018

La situación eclesiástica de Albeta y Ambel en 1933


         Ayer nos referíamos a la Estadística General de las Diócesis de Tarazona y Tudela, correspondiente al año 1933, que recientemente hemos adquirido. Comoquiera que los datos que ofrece sobre los municipios de nuestra zona son muy interesantes, vamos a irlos publicando por orden alfabético, haciéndolo hoy con los correspondientes a Albeta y Ambel

         Albeta tenía entonces 268 habitantes y entre los datos se incluye el de que “tiene estación de ferrocarril y carretera”. En el sucinto resumen histórico se afirma que era “pueblo de moriscos próximo a Borja y dependiente de aquella colegiata, quien nombraba al Viario, confirmándolo el Obispo, acudiendo sus diezmos a la dicha colegiata para hacer después las cuartaciones con el Cabildo de Tarazona”. En realidad era un barrio de la ciudad, habitado por moriscos hasta su expulsión en 1610. Su iglesia dependía a todos los efectos de la colegiata de Santa María, por lo que era la que nombraba al Vicario y, por la misma razón, los diezmos o impuesto que tenían que pagar los fieles a la Iglesia se añadían a la masa común de la citada colegiata para efectuar la cuartación o reparto, dado que una parte importante de esa suma la percibían los canónigos de la catedral de Tarazona, lo que siempre redundó en las penurias económicas por las que atravesó la Iglesia de Borja.




         En 1933 era párroco de Albeta D. Romualdo Calvo Jiménez, que había sido nombrado en 1925. El promedio anual de bautismos era de 4, el de matrimonios 1 y el de defunciones 3. Respecto a la práctica sacramental, el número de comuniones diarias se reducía a 1, habiendo faltado al cumplimiento pascual 17 personas y, lo que es más significativo, había fallecido sin recibir los últimos Sacramentos una persona.

         Solamente se menciona una cofradía, la de San Antonio Abad, con 28 cofrades, aunque la Patrona era la Virgen del Rosario.



         Ambel tenía 984 habitantes, siendo llamativo el hecho de que se indique que los Patronos de la villa eran la Virgen del Rosario y San Sebastián, dado que siempre habíamos creído que, como ahora, lo eran las Santas Reliquias.

         En el resumen histórico se señala que fue “reconquistada por D. Alfonso el Batallador y entregada a los Templarios por D. Ramón Berenguer y, extinguidos los Templarios, pasó a los Sanjuanistas, que tenían en esta parroquia una importante y rica encomienda servida por un Fraile de la Orden”. Todo es cierto, salvo la mención al “Fraile de la Orden”, dado que los miembros de la misma tienen la consideración de Freires y el que estaba al frente de la encomienda era un comendador, cargo de especial importancia. La parroquia la servía un prior designado por la orden hasta el siglo XIX.




         En el momento de redactar la Estadística era párroco de Ambel D. Manuel Tejero Lahuerta, que había sido nombrado en 1925. Se señala que junto con la parroquia dedicada al arcángel San Miguel hay “una iglesia bajo la advocación de la Virgen del Rosario”. La denomina iglesia y no ermita, como era conocida popularmente, dadas sus considerables dimensiones.
         El promedio anual de bautizados era de 20, siendo 4 los matrimonios que se celebraban al año y 14 las defunciones. Vemos que aquí, como en Albeta, el número de los nacidos superaba al de fallecidos.
         Había un promedio de 4 comuniones diarias y 131 frecuentes, mientras que 23 personas no habían cumplido el precepto pascual. Para los que lo ignoren uno de los mandamientos de la Iglesia es el referido a la obligación de confesar y comulgar al menos una vez al año, precisamente por “Pascua florida”.
         Entre las cofradías y asociaciones religiosas la más importante era la del Santo Cristo de las Reliquias y Nuestra Señora de los Dolores que contaba con 411 miembros (202 varones y 209 mujeres). Había además una cofradía del Santísimo Sacramento con 39 miembros y entre las asociaciones el Apostolado de la Oración tenía 240 asociados, mientras que las Hijas de María eran 147, cifras muy altas para una población de esas características, como también lo eran las correspondientes a los niños que acudían a la catequesis: 55 niños y 90 niñas. En Albeta, aunque evidentemente con menor población, eran 3 niños y 4 niñas.

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