Hace 507 años se produjo un pequeño incidente que, sin embargo, dio lugar a un grave conflicto que fue conocido como la “guerra de Bureta”. No fue precisamente un enfrentamiento banal, dado que pudo tener consecuencias imprevisibles, aunque finalmente pudo ser resuelto por las autoridades del reino.
Todo se inició el 7 de
diciembre de 1517, cuando el ganado de Ochoa de Escárate pastaba en el término
de Porroyo. Llegaron entonces unos moros de Bureta que, actuando como guardas,
prendieron dos reses y las llevaron a D. Juan de Francia, señor de esa localidad
que manifestó al propietario cuando el Justicia de Borja declarase que habían
sido bien prendidas. Sin embargo, ese mismo día los mismos moros tomaron otras
ovejas del ganado de Juan Martínez y, al tener conocimiento de lo que estaba
sucediendo los ánimos se exaltaron, por lo que los amigos que D. Juan tenía en
Borja, entre los que se encontraba el propio Justicia D. Andrés de Mendoza o
personas tan destacadas como D. Pedro de Erla y D. Pedro de Valsorga,
intentaron mediar sin conseguirlo.
Así estaban las cosas
cuando el 23 de diciembre envió a un criado a comprar fruta a Borja, para
preparar la Nochebuena y, aprovechando esa circunstancia el Justicia y los
Jurados le prendieron el macho. Aquella noche llegó D. Juan de Francia,
disfrazado para no ser reconocido, y se entrevistó con varios amigos para
lograr la liberación de la caballería, pero comoquiera que le comunicaron que
eso era imposible, mandó al famoso notario D. Pedro Ganaverro para que
presentara una requesta formal, que no le fue admitida. Trató entonces de
recabar ayuda de los de Ainzón sin conseguirlo y lo mismo hizo con dos
relevantes miembros de la familia Luna, D. Francisco y D. Jaime.
El problema se agravó al comprobar
que los de Bureta habían corrido los mojones que delimitan ambos términos, por
lo que al día siguiente de Navidad salieron el Justicia y jurados para
recolocarlos. Iban acompañados por dos los hombres de armas que había en la
ciudad y, al terminar la rectificación de límites, desfilaron ante Bureta
formados en tres escuadrones de 400 hombres cada uno.
Pero las cosas no
quedaron resueltas, dado que el 27 de diciembre D. Baltasar de Veamonte que, al
parecer, era el propietario del macho aprehendido, vino hasta Porroyo y
encontrando regando a un mozo, se acercó hasta él, con la excusa de preguntarle
cuál era el camino hacia Tarazona, pero al llegar junto al mismo lo mató con
una lanza.
Es fácil de comprender las consecuencias que esta vil acción tuvo, pues todos los habitantes de Borja se sublevaron, pidiendo ejecutar un serio castigo. El abad de Veruela y el secretario del conde de Ribagorza intentaron poner paz, entrevistándose con el señor de Bureta, sin conseguir nada.
El 2 de enero la fuerza
reunida se dirigió contra Bureta, de donde osaron salir unos diez caballos para
romper las filas, cosa que lógicamente no lograron por enfrentarse a efectivos
muy superiores, teniendo que refugiarse precipitadamente dentro de los muros.
Cuando todo estaba
dispuesto para iniciar el asalto, hizo acto de presencia el Diputado mosén
Garcés que impuso las treguas del reino, procedimiento utilizado para zanjar
las disputas entre naturales, con lo que se pudo zanjar la cuestión bajo
apercibimiento de graves castigos contra quienes las quebrantaran.
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