El 20 de diciembre de 1661 nació en Borja D. Manuel de Frías y Francés. Era hijo de D. Pedro de Frías y Alberite y de Dª. Juana Francés Francés, pertenecientes a dos destacadas familias borjanas. Como otros miembros de su familia, entre ellos su hermano Pedro, ingresó como Caballero de Honor y Devoción en la S. O. M. de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta.
El 20 de
diciembre de 1664 falleció en Borja Dª.
María de Vera y Torrellas. Era hija de D. Diego Jerónimo de Vera y de Dª.
María Torrellas de Gurrea, y hermana de D. Diego de Vera y Torrellas, el joven
señor de Majones asesinado en la plaza del Mercado de Borja. Los Vera eran los
propietarios de la Casa de las Conchas donde murió Dª. María.
En 1619 había contraído
matrimonio con D. Francisco de Gurrea y Borja, nieto del padre de San Francisco
de Borja, Juan II de Borja, tercer duque de Gandía, que tras quedar viuda de
Juana de Aragón, la madre de San Francisco, vino a casarse en Fréscano con Dª.
Francisca de Castro Pinós. De esta unión nación Dª. María Agustina Hipólita de
Gurrea y Vera Torrellas, Mur y Borja, la última propietaria de la Casa.
En el testamento de Dª.
María de Vera, otorgado el 12 de octubre de 1664, ordenaba ser sepultada en la
capilla de Ntra. Sra. del Rosario de la colegiata de Santa María que era el
lugar de enterramiento de la familia. Entre las mandas otorgadas destaca una
limosna de 200 libras jaquesas para dorar el retablo del altar mayor del
convento de agustinos, así como la entrega de un rosario de plata de filigrana
y cristal, guarnecido de oro, para la imagen “de la Madre de Dios, de bulto,
que llevan en la peana para las procesiones”, referencia a la actual Patrona de
Borja.
Pero el interés por la
figura de Dª. María radica en el hecho de que fue la que perdonó a uno de los
asesinos de su hermano, convirtiéndose por ello en protagonista de la conocida
leyenda borjana. Sin embargo, el perdón se produjo veinte años después del
trágico acontecimiento, cuando compareció ante el notario D. Juan Bautista de
Alvis para manifestar que “movida por el ejemplo del propio Jesucristo, que en
el momento de su Pasión, solicitaba el perdón del Padre para quienes le habían
condenado y atendiendo a las enseñanzas del Padre Nuestro, con el que cada día
pedimos perdón de nuestras ofensas, de la misma manera que nosotros perdonamos
a los que nos han ofendido, había tomado la decisión de conceder el perdón de
hecho y de derecho a Jaime Jordán, en su persona y sus bienes, renunciando a
todo lo que le pudiera corresponder como consecuencia de la condena dictada en
su día por la Audiencia. Todo ello para Nuestro Señor Jesucristo “tenga
misericordia y piedad, y le quiera perdonar sus ofensas, de presente y en la
hora de su muerte”. Hubo por lo tanto perdón, pero para uno de los
participantes en el asesinato y transcurrido un largo período de tiempo desde
que acaeciera, lo que permitió al citado D. Jaime Jordán regresar a Borja, l0o
que no pudieron hacer el resto de los implicados.
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