sábado, 11 de junio de 2016

Fotografía histórica de la Guardia Civil de Borja


            Comoquiera que las antiguas fotografías gozan de gran aceptación entre nuestros lectores, queremos reproducir hoy esta bonita imagen, procedente del archivo de la familia Ojeda que creemos que es inédita.
            En ella está representada una escena a las puertas de una casa de campo, con su emparrado sobre la puerta, del que cuelga la jaula de un canario o ave de canto.
            Hasta allí ha llegado, desde el puesto de Borja, una pareja de la Guardia Civil, vestida con el uniforme reglamentario con polainas de tela, correaje y mochila a la espalda. En sus manos llevan el arma reglamentaria, posiblemente un Mauser y el tricornio se cubre con funda blanca y la llamada “cogotera” del mismo color.
            Posiblemente es verano, como parecen deducirse de la funda citada y del atuendo del hombre que conversa con uno de los números, vestido con camisa blanca y pantalón ceñido por amplia faja. No obstante, la mujer de la izquierda no se ha desprendido de su toquilla negra sobre los hombros. Ella atiende al  otro número, al que ha servido un vaso de agua, con el que refrescarse, portando en su mano derecha el cántaro con el que volverlo a llenar, mientras en la izquierda sostiene el plato en el que ha llevado el vaso. Al fondo, una joven sostiene sobre sus rodillas a un niño, probablemente hermano del que el hombre de la derecha lleva en sus brazos. Al dorso figura una anotación manuscrita en la que se señala que está tomada “en el Vadillo de Ojeda”.


            Aunque, indudablemente, se trata de un posado, la fotografía refleja la perfecta sintonía entre aquella Guardia Civil caminera que, con extrema abnegación recorría el término de nuestra ciudad y los aledaños, dando una sensación de seguridad que fue una de las principales motivaciones de su fundación por el duque de Ahumada. Marchas, bajo el sol o la nieve, siempre andando, que en ocasiones implicaba enormes sacrificios y, en nuestra comarca, tenemos ejemplos admirables de su heroísmo, como el del Cabo 1ª D. Constantino Gómez Andrés, quien el 27 de noviembre de 1925, salió de Tabuenca, con otro Guardia Civil, a cumplir la orden del Capitán General de entregar una escopeta a un vecino de Trasobares. El día amaneció nevado, con tendencia a empeorar, a pesar de lo cual decidieron realizar el servicio. Sorprendidos por una fuerte ventisca, el cabo murió en aquellos parajes inhóspitos, mientras que su compañero pudo llegar, al borde de la extenuación hasta Tabuenca, desde donde dieron aviso a Jefe de la Línea de Borja, organizándose una expedición para rescatar el cuerpo del infortunado cabo. Su esposa, que estaba embarazada, dio a luz tres meses después a un niño, al que pusieron el nombre de Constantino, en recuerdo de su padre. Años después, este niño llegaría a ser el General de la Guardia Civil D. Constantino Gómez González, al que su localidad natal le rindió homenaje, el 1 de mayo de 1988, dedicándole una calle, rotulada con el cariñoso nombre de “Calle del General Constantino”.

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