Comoquiera
que las antiguas fotografías gozan de gran aceptación entre nuestros lectores,
queremos reproducir hoy esta bonita imagen, procedente del archivo de la
familia Ojeda que creemos que es inédita.
En
ella está representada una escena a las puertas de una casa de campo, con su
emparrado sobre la puerta, del que cuelga la jaula de un canario o ave de
canto.
Hasta
allí ha llegado, desde el puesto de Borja, una pareja de la Guardia Civil,
vestida con el uniforme reglamentario con polainas de tela, correaje y mochila
a la espalda. En sus manos llevan el arma reglamentaria, posiblemente un Mauser
y el tricornio se cubre con funda blanca y la llamada “cogotera” del mismo
color.
Posiblemente
es verano, como parecen deducirse de la funda citada y del atuendo del hombre
que conversa con uno de los números, vestido con camisa blanca y pantalón
ceñido por amplia faja. No obstante, la mujer de la izquierda no se ha
desprendido de su toquilla negra sobre los hombros. Ella atiende al otro número, al que ha servido un vaso de
agua, con el que refrescarse, portando en su mano derecha el cántaro con el que
volverlo a llenar, mientras en la izquierda sostiene el plato en el que ha
llevado el vaso. Al fondo, una joven sostiene sobre sus rodillas a un niño,
probablemente hermano del que el hombre de la derecha lleva en sus brazos. Al
dorso figura una anotación manuscrita en la que se señala que está tomada “en
el Vadillo de Ojeda”.
Aunque,
indudablemente, se trata de un posado, la fotografía refleja la perfecta
sintonía entre aquella Guardia Civil caminera que, con extrema abnegación
recorría el término de nuestra ciudad y los aledaños, dando una sensación de
seguridad que fue una de las principales motivaciones de su fundación por el
duque de Ahumada. Marchas, bajo el sol o la nieve, siempre andando, que en
ocasiones implicaba enormes sacrificios y, en nuestra comarca, tenemos ejemplos
admirables de su heroísmo, como el del Cabo 1ª D. Constantino Gómez Andrés,
quien el 27 de noviembre de 1925, salió de Tabuenca, con otro Guardia Civil, a
cumplir la orden del Capitán General de entregar una escopeta a un vecino de
Trasobares. El día amaneció nevado, con tendencia a empeorar, a pesar de lo
cual decidieron realizar el servicio. Sorprendidos por una fuerte ventisca, el
cabo murió en aquellos parajes inhóspitos, mientras que su compañero pudo
llegar, al borde de la extenuación hasta Tabuenca, desde donde dieron aviso a
Jefe de la Línea de Borja, organizándose una expedición para rescatar el cuerpo
del infortunado cabo. Su esposa, que estaba embarazada, dio a luz tres meses
después a un niño, al que pusieron el nombre de Constantino, en recuerdo de su
padre. Años después, este niño llegaría a ser el General de la Guardia Civil D.
Constantino Gómez González, al que su localidad natal le rindió homenaje, el 1
de mayo de 1988, dedicándole una calle, rotulada con el cariñoso nombre de
“Calle del General Constantino”.
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