La
imagen de un dron sobrevolando a escasa altura la plaza de España, durante el
paso de las distintas comparsas de gigantes, llamó la atención de las personas
allí concentradas, algunas de las cuales era la primera vez que tenían ocasión
de ver uno de estos aparatos, cuyo empleo se va difundiendo con rapidez y que,
en este caso, estaba realizando un reportaje del acontecimiento que había
despertado indudable interés, como lo demuestra la presencia de las cámaras de
Aragón TV y de Eugenio Monesma que estaba reuniendo materiales para su nueva
serie sobre fiestas en Aragón.
En el recuerdo de todos
está el cabezudo con el que el Ayuntamiento de Zaragoza quiso homenajear el
pasado año a Herminia Martínez Lines “Serafina”, la popular cigarrera del Coso,
recientemente desaparecida. Sin embargo, tras su presentación, hubo que
retirarle el cigarrillo que llevaba en los labios, porque algunos consideraban
que incitaba al tabaquismo en los niños y sin cigarro se incorporó a la
comparsa zaragozana en las fiestas del Pilar. Fue una medida, quizás
desproporcionada, que generó una gran polémica.
Porque
lo cierto es que, entre los gigantes que ayer desfilaron por Borja, había
algunos que “fumaban”. Uno de ellos llevaba el ·pitillo” en la boca y el otro
lo sujetaba en su mano izquierda.
Pero,
junto a las comparsas, es preciso destacar la presencia de los distintos grupos
de música que las acompañaban, algunos de los cuales eran muy numerosos y,
entre los cuales, pudimos ver algunos instrumentos curiosos.
Entre ellos este
salterio o chicotén que se toca por percusión, acompañado por el chiflo o
flauta de tres agujeros que lleva al cuello el portador. Como se indica en una de las páginas
especializadas, este salterio se diferencia del instrumento que, con este mismo
nombre, existía en época medieval, aunque su uso está documentado desde
antiguo, especialmente en zonas del Pirineo.
Aunque,
en la mayoría de los casos, predominaban la gaita (dulzaina) y el tambor, también pudimos ver gaitas de boto,
con esos peculiares vestidos con el que se recubre el boto u odre; guitarricos
y hasta violines.
Hay
que destacar también la labor de los portadores, esos grupos de voluntarios que
hacen posible el desfile y baile de los gigantes, muchos de ellos uniformados
con elementos distintivos de su respectiva localidad.
En
este sentido, destacaban las jóvenes que acompañaban a los gigantes de la Peña “La
Pasma”, de Mas de las Matas, ataviadas con un traje idéntico al de Flora,
pareja del tabernero Agustín en su comparsa.
Estos
encuentros deberían servir para crear o actualizar una página web que ofreciera
imágenes de todos los existentes en Aragón, con sus denominaciones y su
historia. En muchos casos, gigantes y cabezudos hacen alusión a personajes
reales o a las tradiciones de cada municipio. En otros, son “importados”, como
el Hommer Simpson o el pequeño Papá Pitufo que nos visitaron ayer.
De
tierras más lejanas son la gigantona Paquita y Pepe Cabezón, integrados en la
comparsa de La Puebla de Híjar, pues son de la ciudad nicaragüense de León, donde
también existe esta tradición y las figuras de la gigantona y del enano Cabezón,
como allí se le conoce, gozan de gran popularidad, pues hacen referencia a la
tradición “nica” y a la española. La pareja llegó a España, como consecuencia
de las actividades de la ONG que promueve el hermanamiento Zaragoza-León.
No podemos
dejar de mencionar a este pequeño rey, con el toisón de oro al pecho, uno de
los más cuidados de toda la comitiva ya que, durante todo el recorrido, contó
con el apoyo de sus damas de honor.
Terminamos
con estas imágenes de un hermoso gigante con el que Valdealgorfa quiso rendir
homenaje a la figura del farmacéutico D. José Pardo Sastrón (1822-1909), nacido
en Torrecilla de Alcañiz y fallecido en Valdealgorfa. Fue un hombre ejemplar
que, junto al ejercicio de su profesión, llegó a convertirse en un experto
botánico, aunque su inquietud le llevó a explorar otros ámbitos de la
Naturaleza. Además, junto a su actividad científica, precursora en muchos
campos, destacó por su acendrada religiosidad, ya que, como señalaba el
sacerdote D. José Guarc, la naturaleza e¡ra para él la transparencia de Dios.
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