Que
el monasterio de Veruela ha sido objeto de especial atención para muchas
personas, deseosas de conocer las bellezas de este importante monumento y
rememorar la estancia en el mismo de Gustavo Adolfo Bécquer es un hecho
conocido.
Lo que no sabíamos es
que, entre esos ilustres visitantes, se encontraba el Dr. D. Gregorio Marañón
Posadillo (1887-1960) que llegó hasta el viejo cenobio cisterciense, en
compañía de otros dos grandes intelectuales: Ramón Pérez de Ayala e Ignacio
Zuloaga, en 1930, cuando la Compañía de Jesús tenía allí uno de sus noviciados.
Lo
reveló en el discurso de contestación al presentado por el P. D. Miguel Batllori
S. I. con motivo de su recepción como miembro de la Real Academia de la Historia, en 1958.
Marañón que, además, de ser un eminente médico reunió la condición de ser
Académico de Número de cinco de las Reales Academias: la Española, la de la
Historia, la de Bellas Artes, la de Medicina y la de Ciencias Exactas, Físicas
y Naturales, fue una de las personas que contribuyó, de manera decisiva al
advenimiento de la II República, la misma que, poco después de su visita, expulsaría
a los jesuitas de España.
A
esta circunstancia se refería en su discurso, señalando que la primera
expulsión, la de Carlos III, fue “un caso típico de absurdo espíritu de época”,
calificándola de “atropello”, mientras que la segunda que “no tenía más sentido
que un mimetismo infeliz de otros errores ya superados”.
Claro
es que, en 1958, Marañón estaba ya de vuelta, desde hacía tiempo, de sus
entusiasmos iniciales, pues del apoyo a la nueva república pasó muy pronto a
censurar la deriva que había tomado, exiliándose en París, a finales de 1936,
desde donde volvió a España en 1942.
Uno
de sus acompañantes en su visita a Veruela fue el escritor Ramón Pérez de Ayala
quien, con Marañón, había firmado el manifiesto “Al servicio de la República”.
Nombrado por el nuevo gobierno Director del Museo del Prado y, posteriormente,
Embajador en Londres, su fidelidad a la causa republicana fue diluyéndose y,
tras dimitir de su cargo en junio de 1936, se exilió en Francia al comienzo de
la Guerra Civil. Lo curioso del caso es que Pérez de Ayala, que había sido
antiguo alumno de los jesuitas, era el autor de una terrible diatriba contra la
orden, su novela A.M.D.G., publicada
en 1910, lo que sin duda tendrían presente sus anfitriones en Veruela.
El
otro acompañante fue el pintor Ignacio Zuloaga (1870-1945) que también se había
formado con la Compañía de Jesús. En la época de su viaje al Moncayo era ya un
pintor de reconocido prestigio. En 1931 fue nombrado Presidente del Patronato
del Museo de Arte Moderno pero, tras el desencadenamiento de la guerra, se
decantó por el otro bando, convirtiéndose en uno de sus grandes apologetas por
medio de lienzos como el del Asedio del Alcázar
de Toledo o el retrato idealizado de Franco. En Aragón es recordado por ser
quien, en 1913, identificó en Fuendetodos la casa natal de Goya que terminó
adquiriendo en 1916.
El
proyecto que estamos llevando a cabo para reunir obras relacionadas con la familia
de los Borja, nos ha servido para conseguir ese discurso sobre “Alejandro VI y
la Casa Real de Aragón (1492-1498), pronunciado por el P. Batllori, considerado
uno de los mejores especialistas sobre los Borja, a través del cual hemos
podido documentar la presencia de tan ilustres personajes en nuestra zona.
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