Una
de las obras más conocidas de Miguel Ángel es la Piedad de la Basílica de San
Pedro del Vaticano. Realizada, entre 1498 y 1499, por encargo del cardenal Jean
de Villiers, embajador de Francia ante la Santa Sede, fue colocada en la tumba
que el comitente mandó construir en la capilla de Santa Petronila, de donde fue
trasladada a su actual emplazamiento en 1749.
En
aquellos momentos, era papa Alejandro VI y el escultor tenía 23 años cuando
comenzó a trabajar en esta obra. Según la leyenda, al ver el espectacular
resultado hubo muchos que dudaron de su autoría, dada su juventud, por lo que
Miguel Ángel, enojado, grabó su nombre en la cinta que cruza el pecho de la
Virgen.
Lo
que muchos quizás no conozcan es que, en aquellos momentos, se comentaba que
los rostros de María y de Cristo, reproducían los rasgos faciales de dos
personas allegadas al Pontífice. En concreto, su amante Vannozza Cattanei se
asemejaba a la Virgen, mientras que el de Cristo yacente correspondía al del
hijo de ambos Juan de Borja, duque de Gandía.
Recientemente,
en la búsqueda de obras relacionadas con la familia de los Borjas, hemos
adquirido una obra clásica: Los Borja,
de Mario Menotti, en la versión española del P. Miguel Batllori S. I. y Ximo
Company. En ella, el prestigioso autor italiano analiza minuciosamente la
iconografía de los distintos personajes de la familia Borja, retomando la
cuestión señalada.
En
su opinión, no fue la única vez en la que Vannozza Cattanei asumió el papel de
María, señalando esta otra representación correspondiente a La Anunciación de Pinturicchio que se
encuentra en las estancias de los Borja, en los palacios vaticanos.
Vannozza
fue una mujer de indudable belleza en su juventud, que sólo se adivina en el
retrato que se conserva de ella, del que se hicieron algunas copias. No puede
sorprendernos, por lo tanto, que sirviera de modelo para una obra tan
importante, cuando además era una práctica habitual, como lo demuestra el hecho
de que, por ejemplo, Lucrecia Borgia, también fuera representada en obras de temática
religiosa, como el lienzo de Santa
Catalina de Alejandría, de Callisto Piazza, de la Galeria Nazionale de
Roma.
Juan
de Borja fue el primogénito de los hijos fruto de la relación entre Vannozza y
el cardenal Rodrigo de Borja. Nació en 1474, dieciocho años antes de que su
padre accediera al solio pontificio, con el nombre de Alejandro VI. Sucedió a
su hermano Pedro Luis en el ducado de Gandía, con cuya viuda se había casado.
De esta unión nació Juan de Borja y Enríquez que fue el padre de San Francisco
de Borja.
En
plena juventud, ya que tan solo tenía 23 años, fue asesinado en la noche del 14
de junio de 1497, siendo arrojado su cadáver al Tíber. La tragedia y, de manera
especial, los rumores que atribuían su muerte a su hermano César o al menor
Jofré, causaron un hondo pesar, tanto a su padre como a su madre. En este
sentido, su representación en la obra de Miguel Ángel, cuando apenas había
transcurrido un año de su fallecimiento, pudo tener un sentido simbólico.
En
cualquier caso, no deja de ser curioso que, desde el momento de su terminación,
se estableciera una relación iconográfica entre miembros de la familia Borja y
esta obra de uno de los más grandes escultores del Renacimiento y del Arte
universal.
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