En
la noche de San Juan volvió a encenderse la tradicional hoguera, junto al
estanque de Sayón, con la obligada presencia de los bomberos voluntarios de
Borja y la colaboración del personal de Protección Civil y de la Brigada de
Obras y Servicios del M. I. Ayuntamiento.
Fueron
muchas las personas que, manteniendo una prudencial distancia, se congregaron
en torno a la hoguera, reviviendo una costumbre de profundo arraigo, pues no en
vano, antaño la hoguera era el preludio de una de las fiestas votadas de la
ciudad.
Como
habíamos indicado en un comentario anterior, el Ayuntamiento ofreció un pequeño
refrigerio a todos los presentes, entre los que se encontraba el Sr. Alcalde D.
Eduardo Arilla Pablo.
Este
año se produjo una interesante novedad, pues el M. I. Ayuntamiento quiso volver
a colocar la imagen de San Juan en el barrio que lleva su nombre. Lo hizo sobre
un pedestal construido al efecto, muy cerca del edificio ya desaparecido, donde
se encontraba la hornacina que, con motivo de esta fiesta, presidía el Santo.
Al
pie de ella se fotografió el Sr. Alcalde, junto con otros miembros de la
corporación municipal y otras personas. La iniciativa es digna de elogio, por
representar la recuperación de una tradición ya perdida. Sin embargo, conviene
señalar que la fiesta de San Juan ha tenido aquí un doble significado. Por un
lado, su condición de fiesta votada o lo que es lo mismo, una celebración que
obedecía a la promesa o voto solemne que la ciudad, representada por su
Ayuntamiento, realizó en su momento, para honrar perpetuamente al Santo, en
agradecimiento por haber librado a los borjanos de una grave epidemia.
Este
voto se materializaba en la asistencia, en corporación, de los miembros del
consejo a la Solemne Misa que se celebraba en Santa María y a la procesión,
presidida por una imagen de San Juan Niño, el “San Juanico” o “San Juan
Peleterico” que el resto del año, se conservaba, junto con la de San Roque en
el despacho del Sr. Alcalde.
Esta
imagen procesional, es la que se ha colocado en el pedestal citado, aunque la
utilizada para ese cometido era otra diferente que ponían los vecinos del
barrio de San Juan que celebraban su fiesta “privada”, diferente aunque
coincidente con la de la ciudad. Curiosamente, esa otra imagen aún se conserva,
y es de tamaño menor, como puede apreciarse en esta imagen, un documento
histórico por ser una de las pocas existentes del antiguo emplazamiento
de la hornacina y de la forma en la que era decorada.
Sería
conveniente, por lo tanto, que si se decide mantener esta tradición, como es
deseable, sea la que vuelva a presidir su barrio, dado el valor artístico y el
carácter procesional de la otra. En cualquier caso, lo importante es haber
recuperado esta tradición y así lo hacemos constar.
Pero
la noche de San Juan tiene, junto al fuego, otro elemento que la caracteriza,
el agua. Su carácter regenerador fue también evocado por algunas personas como
muestra esta otra fotografía, cargada de simbolismo. Noche mágica en la que
también se realizaban ceremonias de sanación. Hemos podido documentar aquí, las
llevadas a cabo para curar “quebrados” mediantes pases rituales por la rama
abierta de un manzano que, en nuestra zona, era el árbol simbólico, a
diferencia de los de otras regiones.
Hermosa
noche, por lo tanto, en la que se funden, fuego, agua, amor y tradición, desde
los más remotos orígenes hasta nuestros días. Era una pena que muchos de esos
componentes hubieran pasado al olvido. Ver que cobran de nuevo actualidad, nos
parece sumamente interesante y nos hace concebir la esperanza de ver cumplir,
en el futuro, aquel voto solemne, con la procesión del Santo por nuestras
calles, en la que volverían a sonar las marchas que afamados músicos borjanos
compusieron expresamente para este día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario