martes, 28 de abril de 2020

Antiguo tejar de Magallón


         Magallón ha sido una localidad históricamente vinculada a la industria del barro, a través de la alfarería y la fabricación de tejas y ladrillos. Por ello, merecería la pena que, en algún momento, se planteara la posibilidad de rendir homenaje a esa tradición a través de un museo o centro de interpretación que podría incluir la recuperación de algún alfar.
         Respecto a la elaboración de tejas y ladrillos en el Diccionario Geográfico Estadístico Histórico (1845-1850) de D. Pascual Madoz se mencionaba la existencia en Magallón de tres fábricas, a las que más tarde se sumaron otras dos.

         Pedro Domínguez Barrios consiguió identificar una esas tres, el llamado tejar de Sagarra, al que dedicamos un artículo, publicado en este blog el 29 de enero de 2018. Ahora, ha localizado otro, ubicado en la partida de Valdesclara, junto al cementerio municipal y muy próximo al citado tejar de Sagarra  y a otro mucho más moderno propiedad de Félix Castellot, de Borja.



         Aunque sólo se conservan sus ruinas, fue el más bello de todos ellos, debido a su emplazamiento en una ladera o cortado arcilloso. Aunque no ha encontrado referencias directas ni anuncios en programas de fiestas, Pedro ha identificado el nombre de su propietario. Se trataba de D. Antonio Gascón, Alcalde de Magallón en 1910, y Presidente, durante algún tiempo, del  Sindicato Agrícola de Magallón.

Era frecuente situar estos tejares en terrenos con un cierto desnivel, para que las bocas de carga y descarga estuvieran a distinto nivel, con el fin de facilitar el trabajo, pero ningún caso es tan llamativo como éste, al estar ubicado en el cortado de una ladera.





El tejar se componía del horno, con la boca de carga en la parte baja, junto al camino que discurre por ella; un potente muro de contención en planta de L, de piedra de yeso con las esquinas (cadenas) de ladrillo, que hace de medianera al horno por un lado, y por el otro de fachada del cortado desde el camino.




A la izquierda del horno, se situaba el cubierto de obrador y almacén para proteger las rejolas  moldeadas en caso de lluvia; al igual que el muro de contención, construido en base de mampostería de yeso con cadenas y jambas de acceso en ladrillo, y aquí con coronación de adobes.



A  la izquierda de éste existe una bodega totalmente cegada pero que aún es visible su arco de acceso, se utilizaría probablemente para guardar los alimentos o comer en días de tiempo extremo.



Además de estos cuatro elementos someramente descritos, existía en la parte alta del cortado una pequeña caseta cuya función no se conoce, pero que recientemente fue utilizada para alojar colmenas portátiles. El desnivel existente entre esta construcción y el camino de acceso es de unos 7 metros aproximadamente.





La singularidad y belleza de estas ruinas radican en su emplazamiento, así como en el contraste cromático de los materiales, el rojo anaranjado del horno con las arcillas de la ladera y la piedra de yeso, especialmente acentuado en días nublados o después de la lluvia.
Interesante aportación la realizada por Pedro Domínguez Barrios que, ahora, está intentando localizar el tercero de los tejares mencionados por Madoz.

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