domingo, 5 de abril de 2020

Epidemias y Patentes de Sanidad


         El Dr. D. Antonio Gil Albarracín es un antiguo amigo nuestro que conocimos en los congresos de franciscanismos y que ha visitado nuestra ciudad en varias ocasiones, donándonos algunas de sus muchas obras publicadas.

         Porque las inquietudes intelectuales del Dr. Gil Albarracín no se circunscriben al citado ámbito del franciscanismo sino que abarcan las más diversas cuestiones. Entre ellas, la que ahora nos ha recordado, en un comunicado que nos ha remitido, relacionado con la presente epidemia.




         Y es que, desde hace ya tiempo, viene investigando sobre “Patentes de Sanidad”, un tema que, desde el punto de vista artístico había pasado desapercibido.
         Con esa denominación se conocía a los documentos expedidos a favor de un buque, por la Junta de Sanidad del puerto del que zarpaba, por el que se certificaba que su tripulación estaba libre de epidemia y que debía ser presentado en el puerto de arribada ya que, en caso contrario, tenía que someterse a un período de cuarentena.
Los avances científicos de la medicina y la morbilidad ocasionada por la peste de Marsella del año 1720 llevaron a los Estados occidentales y sus territorios de soberanía al acuerdo de obligar estrictamente a que cualquier embarcación que llegara a su puertos presentara la patente de sanidad emitida por el puerto de origen, acreditando no sufrir epidemia alguna; obligación que permaneció vigente hasta el siglo XX. El éxito de dicho acuerdo fue evidente pues la epidemia de peste bubónica de 1720-1722 fue la última padecida en territorio europeo.
         Esas patentes llegaron a convertirse en impresos editados con primor, auténticas obras de arte que el Dr. Gil Albarracín ha ido recopilando, a través de una paciente investigación en los archivos de ciudades portuarias, de las que nos ha remitido varios ejemplos.

         La imagen superior corresponde a una patente emitida Barcelona, que se utilizó durante un largo período (1730-1817). Es obra del grabador Ignacio Valls y muestra a vista de pájaro la ciudad y su puerto, en construcción, desde el mar a finales de la tercera década del siglo XVIII, reconociéndose sus edificios más emblemáticos; el conjunto queda amparado por la Inmaculada Concepción, las santas Eulalia y Madrona y los santos Francisco de Paula, Raimundo de Peñafort y Severo.



Esta es una patente de la ciudad italiana de Trieste, entonces bajo jurisdicción austro-húngara. Fue diseñada por Jakob Matthias Schmutzer, uno de los artistas más importantes de Viena, siendo grabada el año 1788 por Kunpertx, mostrando el plano de la ciudad entre S. Sergio y S. Justo, patronos de la plaza.




         Muy bonita es la que la Junta Municipal de Sanidad de Alicante encargó, en 1820, al pintor de cámara Vicente López Portaña. En ella aparece representada la ciudad, coronada por el castillo de Santa Bárbara,  vista desde el mar sobre cuyas aguas aparece un imponente Neptuno sobre su carro, en contraposición neoplatónica con la corte celestial que encabeza la patente, presidida por la Santa Faz, a la que expresan su devoción S. Sebastián, S. Francisco de Paula y S. Roque, protectores frente a las epidemias.
         Agradecemos al Dr. Gil Albarracín su deferencia y, especialmente, su recordatorio de que las epidemias fueron tema recurrente para obras literarias y artísticas que merece la pena recordar.

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