sábado, 18 de abril de 2020

Una Patente de Sanidad con encajes de papel


         Como comentamos recientemente, el Dr. D. Antonio Gil Albarracín es especialista, entre otras muchas cosas, en Patentes de Sanidad, sobre las que ha investigado y recopilado numerosos modelos.

         Ahora, nos acaba de enviar ésta, localizada en el Archivo Municipal de Almería, contándonos además la historia que subyace tras ella.





         Fue emitida el 22 de enero de 1792 por las autoridades de la localidad de Zierikzee, situada en la isla del mismo nombre que, en la actualidad, pertenece al municipio de Schouwen-Duiveland (Países Bajos) y tiene algo más de 10.000 habitantes.



         En su puerto aún pueden verse antiguos veleros, similares al bergantín Frecde que, bajo el mando del capitán Gideon Jansen y con siete tripulantes, se disponía a zarpar con trigo, queso y otros efectos con destino a Barcelona.



Casi dos meses más tarde, navegando el citado bergantín por aguas del mar de Alborán, se vio sorprendido en la noche del 19 al 20 de marzo por una recia tormenta que le hizo embarrancar en la inmediación de la torre de los Cerrillos.
Esta torre, situada a poniente de la población de Roquetas de Mar, era uno de los hitos del dispositivo de alerta para la defensa de la costa del reino de Granada, se conserva todavía aunque en muy mal estado, siendo constantes los llamamientos para su restauración, dado que tiene la consideración de “Bien de Interés Cultural”.
Los guardas de la misa, dieron cuenta del naufragio a Junta de Sanidad de Almería, indicando que toda la tripulación había podido salvarse.

Dos días después, los delegados de la Junta de Sanidad se trasladaron hasta Roquetas, donde interrogaron a los náufragos, revisando la patente y comprobando que no habían tocado ningún puerto durante su navegación ni  mantenido contacto con naves sospechosas, por lo que al constatar que su estado sanitario era correcto, fueron autorizados a circular libremente, sin mantenerse en cuarentena.




         El Dr. Albarracín destaca el sello en papel sobre cera, del que iba provista la patente, que lleva un asombroso encaje perimetral en el que, bajo una corona, se suceden anclas y cañones insertos en guirnaldas geométricas y vegetales, que sorprenden por su calidad y finura, testimonio de una artesanía de excepcional calidad.

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