En
la tarde de ayer tuvo lugar en la iglesia del convento de Santa Clara la visita
guiada que había sido programada dentro del ciclo de actividades de verano del
museo del citado convento. En torno a 50 personas asistieron al acto que había
tenido su precedente la pasada semana, con la reflexión efectuada en torno al
retablo mayor de la iglesia.
Las
explicaciones corrieron a cargo del Presidente del Centro de Estudios Borjanos
y, en esta ocasión, se centraron en el retablo del antiguo convento de San
Francisco que, tras la Desamortización fue trasladado a este templo. Hizo un
breve comentario sobre la historia del convento, destacando el hecho de que
fuera el único de los cuatro existentes en la ciudad que pudo ser vendido,
perdiéndose por esa razón la mayor parte de su Patrimonio Artístico, De hecho,
el retablo mayor, el Cristo instalado en otro retablo procedente del convento
de agustinos y algunos lienzos son los únicos testimonios que han quedado de
él.
Se
refirió después a las características del retablo, antes de señalar los
aspectos más relevantes de su programa iconográfico. Hizo alusión también a las
modificaciones introducidas, en el siglo XVIII, en un retablo originalmente
manierista, así como a las llevadas a cabo cuando se trasladó a Santa Clara,
hasta adoptar el aspecto con el que ha llegado hasta nuestros días.
Puso
de manifiesto el interés de la representación del ángel de la ciudad que lo
corona, portando una espada en su mano derecha y corona real en la izquierda,
aludiendo a la condición de ciudad de realengo de Borja.
Tras
comentar la importancia de las figuras de San Francisco de Asís y de Santa
Clara, que aparece en un retablo contiguo, se refirió a los cuatro Santos
franciscanos que se veneran en el retablo. En el cuerpo superior, dos grandes
predicadores: San Bernardino de Siena y San Juan de Capistrano. En el inferior,
dos figuras señeras de la Orden: San Buenaventura y San Luis de Tolosa o Anjou,
destacando el eco que, en su momento, tuvo la incorporación a la Orden de este
último, dada su condición de heredero del reino de Nápoles.
Se
detuvo, a continuación, en las dos escenas representadas en el banco. En una de
ellas aparece San Bernardino de Siena, predicando con el trigrama IHS que había
compuesto. En la otra, el conocido milagro de San Antonio de Padua en Rímini,
cuando una mula hambrienta se postró ante la Eucaristía, despreciando la comida
que, en un capazo, le ofrecían quienes ponían en duda la presencia real de
Cristo.
Terminó
refiriéndose a la última imagen incorporada al conjunto, la de la Virgen del
Amor Hermoso, encargada en 1850 por la archicofradía del mismo nombre que tenía
su sede canónica en este templo y cuyo estandarte se expone en el Museo de
Santa Clara. Estas reflexiones despertaron un gran interés en el público
asistente, como se puso de manifiesto a través de las diversas preguntas formuladas
al final de la explicación.
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