lunes, 29 de enero de 2018

Los tejares de Sagarra en Magallón


Magallón tiene una larga tradición en el uso de la arcilla, y son de sobra conocidos los alfares o “rallerías”, sobre los que publicamos un artículo en Cuadernos de Estudios Borjanos XXI-XXII (1989), en el que no se incluían los tejares.
Sobre ellos nos llama la atención hoy Pedro Domínguez Barrios, recordando que Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico Estadístico Histórico (1845-1850) cita las tres “fábricas de ladrillo”, más conocidas como tejares, que existían entonces en Magallón. Quedan restos de dos, ambos en el término de Marbadón. Uno de ellos es el antiguo tejar de los Sagarra: Felipe, Mariano, Mariano, Bienvenido y Mariano. Cinco generaciones, los dos últimos ya con tejería mecánica en el desaparecido tejar del Quez.



Se da la paradoja de que se ha conservado parte del antiguo tejar manual, y ha desaparecido el tejar mecánico, ya que fue demolido.






El tejar está situado entre el antiguo camino del cementerio y la carretera. Su emplazamiento era el ideal para la actividad, ya que está al pie de una ladera de arcilla, lo que permitía su extracción a pie de obra, junto a la antigua balsa, y al paso de la acequia de Marbadón(en el plano Malvadón). Tierra y agua, elementos básicos y esenciales para esta industria.




El tejar estaba formado por el horno, una era o explanada para el secado de las piezas al sol después del amasado y antes de introducirlas en el horno, y un cobertizo para resguardarlas en caso de lluvias y tormentas. Sólo quedan restos del horno.



Este horno de tipo árabe (pero más sencillo que los de los alfares) es de planta cuadrada, de unos 3 x 3 metros aproximadamente, con dos cámaras superpuestas en sucesión vertical: la inferior de combustión, también llamada hogar o caldera, que queda semienterrada, y sobre ella la de cocción del material, parte más visible del horno por su situación y volumen. Estas cámaras están separadas por un suelo perforado que permite el paso del calor de una cámara a la otra, y el tiro era a cielo abierto, sin cubrir, por ello no aprovechaban mucho el calor. Este horno se ubica entre dos tablas hoy de almendros, con un acusado desnivel, a efectos de facilitar el trabajo, de forma que la boca de carga de leña y junquilla está en la tabla inferior, (aún puede apreciarse) y la de la cámara de cocción para cargar el horno de tejas y ladrillos, (desaparecida) en la tabla alta. Los muros están formados por dos gruesas hojas: la exterior de mampostería de yeso, y la interior de ladrillo, que con el fuego de la cochura adquiría un precioso color arcilloso-óxido. En este horno, el muro exterior de mampuesto era tipo "toledano" aún quedan restos de verdugadas (hiladas de ladrillo entre paños de piedra.

A buen seguro, buena parte de la producción de tejas y ladrillos (manuales) está en las casas antiguas de la villa, pues en su tiempo una de las ordinaciones prohibía sacar de Magallón tejas y ladrillos, a objeto de controlar la producción, misión encomendada al “jurado quinto”.



Mariano Sagarra, fue concejal en 1835, y quien abasteció de material a la gran obra de la reforma neoclásica de la colegiata de Santa María de Borja, como ha documentado Javier Martínez Molina en su monografía publicada por nuestro Centro.

Para cubrir la nave del templo, entonces derruida y levantar esos arcos apuntados que se aprecian en la imagen, fueron necesarias grandes cantidades de tejas y ladrillos. El arquitecto responsable solicitó para su elaboración el tejar municipal, ubicado en el término del Campo, cuya tierra era la más adecuada para la fabricación de ladrillos. El Ayuntamiento aceptó cederlo pero con la condición de que la realización de las obras necesarias para su habilitación corrieran a cargo de la cuenta de la fábrica de Santa María. Se llevaron a cabo entre abril y junio de 1827 y una vez finalizadas optaron por arrendarlo, adjudicando el contrato al tejero de Magallón, Mariano Sagarra, que debía abonar un canon por su uso, pudiendo vender su producción a la obra de la colegiata y a particulares. Comenzó la producción el 11 de junio de 1827 y la última hornada salió el 24 de octubre de 1831, dos meses antes de la inauguración del templo. En total en dicho tejar produjo 209.138 piezas con destino a las obras, distribuidas de la siguiente forma: 104.634 ladrillos grandes, 78.554 ladrillos pequeños, 586 tejas ordinarias, 13.981 tejas de cubierta, 11.296 tejas de canal y 87 tejones de marca mayor. En el tejar de Magallón produjo sólo 14.100 ladrillos delgados.



         Los Sagarra solían llamarse Mariano y un nieto del anterior fue alcalde de Magallón en 1908. Una biznieta suya, Dª María del Carmen Ibáñez Sagarra, recuerda con orgullo que todos los ladrillos con los que se construyó la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de Zaragoza (actual sede del Museo del Rosario de Cristal), los realizó su abuelo, en este caso llamado Bienvenido Sagarra, en el desaparecido tejar mecánico ubicado en El Quez.




El último tejero de esta saga, Mariano Sagarra Tolosa, trabajó en el horno del Quez y Alberite, dando fin a esta dinastía que Pedro Domínguez nos ha recordado con imágenes de los escasos testimonios materiales que quedan de sus tejares, aunque su producción pervive en los monumentos antes citados.

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