martes, 6 de febrero de 2018

Reflexión sobre el problema de la despoblación


         Recientemente ha vuelto a suscitarse en los medios de comunicación el problema de la despoblación en amplias zonas de Aragón y del efecto distorsionador que ejerce Zaragoza a la hora de analizarlo desde el punto de vista global.
         Las autoridades regionales son conscientes de la magnitud del mismo y de las consecuencias derivadas del hecho de que muchos de nuestros pueblos vayan quedándose sin habitantes poco a poco.
         Esto es algo evidente para todos pero, en nuestra opinión, la situación es aún más grave, dado que los datos que se manejan no son fiables, porque el padrón de muchos municipios suele estar deliberadamente incrementado por personas, que sin residir habitualmente en ellos, siguen empadronadas en los mismos.

         En unos casos, lo hacen por puro sentimentalismo, al no querer perder sus vínculos con los lugares donde nacieron o de los que procede su familia. En otras ocasiones, lo hacen para beneficiarse de ciertas tasas como las relacionadas con los vehículos. En este sentido, hay localidades que se han beneficiado de estos empadronamientos oportunistas. Los ayuntamientos son los primeros interesados en que el número de sus habitantes se mantenga en ciertos niveles, aunque son los primeros en ser conscientes de que la realidad del mismo es inferior a la declarada.

         Hasta hace unos años, la realización periódica de los Censos Generales contribuía a corregir los datos inexactos, pero ese sistema fue eliminado y en la actualidad todas las estadísticas se basan en los datos que proporcionan los padrones municipales.



         Pero, en el caso de Borja, hay otro efecto negativo derivado de esta situación, dado que, aunque como reflejan las estadísticas, nuestra ciudad es una de las cabeceras de comarca que han experimentado un crecimiento, éste sería mucho mayor si fueran computadas todas aquellas personas que, teniendo su residencia habitual aquí, siguen empadronadas en sus localidades de procedencia. En este sentido, si el número de habitantes se sitúa en algo más de 5.000 habitantes, en realidad es muy probable que hubiera que añadir algunos centenares más. Por ello, admitiendo las razones que aducen algunas personas para no empadronarse, los perjuicios que ocasionan a las localidades en las que residen realmente son importantes, dado que son ellas las que deben prestarle los servicios que utilizan.

         Esta reflexión no pretende ser sino una llamada de atención sobre un problema evidente y una invitación para que, entre todas las partes implicadas, se encuentren las fórmulas más adecuadas para su solución.

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