miércoles, 28 de febrero de 2018

Sobre la devoción a la Virgen del Niño Perdido


         La Virgen del Niño Perdido es la Patrona de Tabuenca, localidad en la que tiene dedicada una ermita, construida por iniciativa de Fray Manuel Vela Sanjuán, un religioso capuchino, natural de la villa, que estuvo de misionero en Filipinas y donó los fondos necesarios para la obra.




         La imagen actual es de factura reciente ya que la anterior fue robada del interior de la ermita no hace demasiados años y, al parecer, ya había sido sustraída con anterioridad.



         Nos ha facilitado ese dato D. Albert Ventura Rius, párroco de Las Alquerías del Niño Perdido, un municipio de la provincia de Castellón, donde su iglesia parroquia también está dedicada a dicha advocación mariana.

         Conocido por sus trabajos de investigación sobre esa zona, nos comentó que la devoción a la Virgen del Niño Perdido fue difundida por los agustinos, lo que desconocíamos. Al mismo tiempo, nos ha recabado datos sobre su implantación en nuestra comarca, dado que en Borja hubo un convento de esa orden.




         De hecho, en un sermón pronunciado por fray Justo Vélez de la Concepción con ocasión de la restitución al culto de la iglesia del convento borjano, del que era Prior, tras la Guerra de la Independencia, se pide la protección de la Virgen en su advocación del Niño Perdido, dado que se quiso hacer coincidir ese acto con el día en el que la Iglesia celebraba su fiesta.



         Mosén Ventura sugiere la posibilidad de que la devoción a esa Virgen fuera llevada a Tabuenca desde el convento borjano, aunque no cabe la menor duda de la rápida difusión de su culto. Concretamente uno de los hijos más ilustres de esa localidad, monseñor D. José Cuartero Lumbreras que fue obispo de Segorbe, fallecido en 1750, quiso que sus restos reposaran a los pies de esa advocación tan querida por él.




         Por este motivo mandó ser enterrado ante el altar de la Virgen del Niño Perdido de la actual iglesia parroquial de Caudiel (Castellón), entonces del convento de agustinos de esa localidad, cuya imagen por cierto también es moderna ya que fue quemada en 1936.



         Especialmente interesante es la información facilitada por D. Albert Ventura sobre el culto a la Virgen del Niño Perdido en Talamantes, teniendo como eje esta imagen que se reproduce en una obra publicada sobre esta cuestión, la misma que constituye el motivo de esta postal editada por el que fuera párroco de la localidad D. Juan Pelarda, al que se alude como informante sobre esa devoción que había quedado circunscrita a la fiesta del 8 de septiembre, Natividad de la Virgen, cuando la imagen era llevada a la iglesia parroquial.




         Nos preguntaba mosén Albert sobre la ubicación actual de la misma, la cual evidentemente se conserva, aunque su estado no es excesivamente bueno. Como se indica en la basa, fue donada por frey Juan José Bravo, prior de la iglesia que pertenecía a la Orden de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, siendo cabeza de una encomienda de la misma, junto con Añón. El año de la donación fue el de 1799, cuando al parecer tomó posesión de la parroquia, al frente de la cual estuvo hasta su fallecimiento el 18 de mayo de 1853. Ignorábamos también que correspondía a la Virgen del Niño Perdido.

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